Qué santo se celebra este 3 de diciembre

23 hora atrás
3 de diciembre

El calendario de santos varía a diario y conmemora a aquellos que se destacaron por sus actos benevolentes. (Imagen representativa de Infobae)

Desde hace muchas décadas, e incluso siglos, era común que los padres eligieran el nombre de sus hijos en función de la festividad de los santos correspondiente al día de su nacimiento. Esta tradición persiste entre católicos y ortodoxos, quienes todavía celebran el día del santo de cada persona. De hecho, en las conocidas "Mañanitas" hay un verso que menciona: "Hoy, por ser tu santo, te las cantamos aquí...".

El término onomástico se refiere al día en que se celebra a un santo. Sin embargo, es frecuente que muchas personas lo confundan con el cumpleaños, lo cual es incorrecto, ya que este término se relaciona únicamente con el calendario de nombres de los santos.

Según lo indicado en el calendario de santos, hoy se rinde homenaje a aquellas mujeres y hombres que sobresalieron por sus vínculos únicos con lo divino, que realizaron actos bondadosos en beneficio de los demás y que poseían una profunda ética y moral. Estas cualidades fueron las que los llevaron a ser canonizados o beatificados, integrándose así al santoral.

Este es el calendario de santos correspondiente al martes 3 de diciembre.

Las tierras del Extremo Oriente llegaron a conocer la figura de Cristo y miles de sus habitantes lo siguieron gracias al extraordinario trabajo misionero de Javier, respaldado por la corona portuguesa y motivado por el apoyo del papado.

Los problemas de comunicación provocaron que la noticia de su fallecimiento tardara tres años en llegar a Roma. Mientras soñaba con ingresar a China, en la isla de Sancián, dentro de una choza de ramas y barro, falleció Javier a la edad de tan solo cuarenta y seis años, víctima de una neumonía.

Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto a San Ignacio de Loyola, San Felipe Neri, Santa Teresa de Jesús y el santo madrileño, San Isidro Labrador. ¡Un gran elenco que combina a un cuarteto español y un solista italiano!

Es el protector de las misiones en Oriente y comparte la responsabilidad universal de las misiones católicas junto a Teresa de Lisieux.

No se entiende bien cuáles fueron las intenciones de algunos al enfatizar tanto que lo consideraban un aventurero, inestable e impulsivo. Tal vez eso lo piense el que es tibio, envidioso o indiferente, pero estas opiniones no irían más allá de afirmaciones sin base. Quizás se trate simplemente del deseo de ser originales en el ejercicio de la crítica "ilustrada", o de buscar notoriedad, o de una interpretación tan particular del apostolado que algunos adoptan, que se vuelve exclusiva y excluyente respecto a la perspectiva de los demás, como si el soplo del Espíritu tuviera que ser regulado por su propio esquema personal. No obstante, siempre han existido los "prudentes", e incluso los hay "extremadamente prudentes", quienes, lógicamente, corren el riesgo de que otros confundan su prudencia con pereza y su excesiva cautela con cobardía; porque, a fin de cuentas, siempre han existido enfoques diversos, ¿no es así? Al final, las cosas no se presentan como a uno le gustaría verlas, sino como realmente son; y siendo sinceros, Javier es un santo ante Dios y ante los hombres, mientras que sus críticos solo han expresado palabras.

Javier provenía de una familia navarra de buena posición. Su padre, don Juan de Jassu, tenía un doctorado en leyes de la Universidad de Bolonia y era un experto en negociaciones políticas entre monarcas y territorios. Su madre, María de Azpilcueta, era originaria de la casa solar en el valle del Baztán y era la heredera de las propiedades de Javier. El niño nació el 7 de abril de 1506 en el castillo familiar, en una época en que las instituciones políticas aún estaban en funcionamiento y el castillo no había caído en la ruina.

París lo conoció como estudiante y lo acogió como profesor durante un lapso de once años (1525-1536). Estuvo en el colegio de Santa Bárbara, financiado por el rey de Portugal. Se graduó en el área de Letras, obtuvo su licenciatura en Filosofía y llevó a cabo estudios teológicos hasta 1536, en medio de intensas disputas intelectuales fomentadas por el incipiente protestantismo, que halló en la universidad de París una de sus principales oposiciones.

El vínculo con alumnos como el saboyano Cornelio Fabro y el valenciano Juan de la Peña provoca un cambio en su forma de pensar, ampliando sus metas eclesiásticas hacia un nivel más elevado que incluye el deseo de alcanzar la santidad. Asimismo, si sumamos la influencia de Iñigo de Loyola, se comprende mejor su transformación, a pesar de la marcada diferencia en sus posturas políticas entre Ignacio y Javier.

Realiza sus primeros votos en Montmartre el 15 de agosto de 1534. Posteriormente, se encuentra en Roma con el fundador, donde pasa varios meses como secretario. Es ordenado sacerdote en Venecia en 1537 y se distingue por su deseo de santidad y su disposición para el apostolado.

Un día, el embajador de Portugal, Pedro Mascareñas, se hace presente y genera un gran alboroto. Provenía de París, donde le informaron que ese naciente grupo de seguidores de Ignacio cuenta con la fuerza y el carisma necesarios para satisfacer las ambiciones del rey de Portugal, don Juan III. En ese momento, el rey tiene planes para atender, fortalecer y expandir sus territorios en Ultramar, tanto en las Indias como en Brasil.

Dado que el papa Paulo III aprueba el proyecto y lo respalda, no queda mucho más que discutir. Javier pasa un año en Portugal para acostumbrarse al idioma y las tradiciones, y su presencia y labor en la Corte no pasan desapercibidas, ganándose por sus propios méritos la confianza del rey y sus consejeros.

Al abordar su viaje hacia Goa, cuenta con amplias capacidades que le permitirán llevar a cabo su trabajo sin obstáculos. Es un legado papal y nuncio por decretos pontificios emitidos por la Curia, y además, tiene la misión no oficial del rey para organizar y armonizar los asentamientos ya existentes.

Comenzó su labor en 1542; tras alcanzar un notable éxito en Goa durante cinco meses, expandió su misión hacia el sur de India y Ceilán (actualmente conocido como Sri Lanka), donde logró convertir a decenas de miles de personas, así como en Malabar, Travancor y Meliapur. En 1545, Malaca lo verá predicando el catecismo en diversos lugares, utilizando las plazas y calles como sus púlpitos. Como misionero sin límites geográficos, viajará a las islas Amboino, Cerán, Ternate, Tidoro y las islas del Moro. Su labor no será fácil; a pesar de sus documentos y credenciales, enfrentará múltiples dificultades y obstáculos provocados por los comerciantes en Ceilán. No siempre se trata de llegar a nuevas comunidades; en ocasiones, regresa para visitar a los primeros grupos, elabora catecismos, agrupa a los cristianos y hace lo que puede para organizarlos y dejarlos listos para el clero que llegará después. Se considera el primer misionero en Japón, al llegar a Kagoshima en agosto de 1549, acompañado de otro jesuita y un hermano lego. Después de estudiar japonés durante un año, su estrategia sigue siendo la misma: una predicación sencilla del evangelio con paciencia y caridad. En 1551, cuando dejó Japón, ya había fundado una activa comunidad cristiana. En ocasiones, realizó bautismos masivos, ya que su fervor espiritual provoca una profunda conmoción. Durante su labor evangelizadora, recibió el nombramiento de Provincial.

Embarcado con destino a Sancian (Shuangzhong), albergaba la esperanza de alcanzar China; Dios lo amparó desde joven, siendo siempre su guía, cuando lo convocó. Año 1552. Su cuerpo milagrosamente preservado se encuentra en Goa, en la iglesia del Buen Jesús.

Los misioneros se encuentran en las manos de Dios, al igual que Francisco Javier, conocido como el Apóstol de las Indias; confiando en la inspiración del Espíritu Santo. Si las velas están izadas y el viento sopla con fuerza, se puede llegar rápidamente y a muchas personas.

Acompañando a este personaje, hay otros santos y mártires que también se conmemoran este martes 3 de diciembre, tales como:

San Casiano de Tánger podría reformularse como "San Casiano en Tánger".

Bienaventurado Juan Nepomuceno de Tschiderer

El santoral se refiere al grupo de personas, tanto mujeres como hombres, que son honradas por la Iglesia al ser reconocidos como santos o beatos en una fecha específica del calendario.

El proceso hacia la canonización consta de cuatro etapas: la primera consiste en ser declarado siervo de Dios, la segunda es alcanzar el estado de venerable; la tercera etapa implica ser beatificado y, por último, la cuarta es llegar a ser santo.

La beatificación solo puede ser alcanzada por aquellos creyentes que han muerto con una reputación de santidad en diferentes lugares. Este procedimiento puede realizarse de dos maneras: una es mediante el reconocimiento de virtudes heroicas y la otra es a través del martirio, es decir, cuando la persona pierde la vida a causa de su fe.

Por otro lado, el procedimiento para ser declarado santo consiste en incluir el nombre de la persona beatificada en el canon (el registro de santos reconocidos). De esta manera, se autoriza a la comunidad de fieles a rendirle un culto público y universal. Además, se le designa una festividad litúrgica, se le construyen altares y capillas, y se reconoce su capacidad para interceder ante Dios.

Aunque la Iglesia no ha proporcionado un número preciso, se estima que en la actualidad hay hasta nueve mil santos oficialmente reconocidos. Según el Martirologio Romano, que se actualizó en 2005, la Iglesia Católica reconoce al menos siete mil santos, sin incluir a los mártires. Por esta razón, muchos creen que la cifra total podría alcanzar incluso las 20 mil personas.

En tiempos recientes, el Papa Juan Pablo II canonizó a un total de 388 santos, en tanto que el Papa Francisco ha superado todas las marcas al haber canonizado hasta la fecha a 898 santos, de los cuales 800 lo fueron simultáneamente.

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