Ayotzinapa, diez años
Hace exactamente diez años, la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, ocurrió uno de los episodios más desgarradores de violación a los derechos humanos en la historia reciente de nuestro país: tres estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, ubicada en Ayotzinapa, Guerrero, fueron asesinados a tiros en Iguala. Otro estudiante quedó en estado de coma debido a un disparo de alto calibre que le atravesó la cabeza, y 43 más fueron detenidos, secuestrados y desaparecidos durante un operativo llevado a cabo por policías municipales de tres municipios en colaboración con miembros de un cártel local.
Los eventos ocurrieron cuando un grupo de estudiantes de entre 17 y 25 años, todos provenientes de familias humildes del campo y la mayoría recién ingresados a la Normal, se trasladó a la ciudad de Iguala con el propósito de tomar autobuses que les permitieran participar en la conmemoración del 2 de octubre de 1968, como se hacía cada año. Aunque era común que los estudiantes retuvieran y usaran autobuses temporalmente para sus actividades en Guerrero y otros estados, e incluso contaban con la aprobación tácita de las compañías de transporte y de las autoridades locales hasta ese momento, el 26 de septiembre la reacción de las autoridades municipales fue diferente: grupos policiales abrieron fuego contra los estudiantes para evitar que salieran de la ciudad con los autobuses o se movieran dentro de la misma, donde ese día la esposa del alcalde en funciones presentaba un informe de actividades del DIF.
De este modo, los agentes de policía consiguieron bloquear el paso a cinco autobuses: tres que circulaban por una vía principal y dos que lo hacían por una vía secundaria. En esas dos situaciones, se arrestaron a los 43 estudiantes que posteriormente fueron desaparecidos. Más tarde esa misma noche, las agresiones continuaron, no solo a manos de los oficiales, sino también por parte de civiles armados que, como se evidenció más tarde en la investigación del caso, formaban parte de la organización criminal.
Asimismo, otro autobús que llevaba a jugadores del equipo de fútbol Avispones de Chilpancingo (de la tercera división) fue erróneamente identificado por la policía como parte del grupo de estudiantes y también recibió disparos. En ese episodio, perdieron la vida tres personas: un futbolista de apenas 15 años, una pasajera de un taxi que pasaba por el área y que fue alcanzada por una bala perdida, y el conductor del autobús que transportaba a los Avispones de regreso a Chilpancingo tras un encuentro en Iguala. Además, el entrenador del equipo sufrió heridas de gravedad y tuvo que ser llevado a un hospital.
El resultado de la más sombría de las noches en Iguala fue escalofriante: 43 estudiantes desaparecidos, tres normalistas muertos, además de tres personas más fallecidas y al menos 39 heridos.
Diez años desde Ayotzinapa. Diez años de una horrorosa injusticia que continúa conmocionando a México.
Publicado originalmente en la Gaceta de la UNAM.
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