Escondido bajo Budapest, la capital de Hungría, hay una vieja ciudad con una historia única y misteriosa.

3 hora atrás
Cuando es Halloween

Budapest posee una conexión sombría de dos mil años con Halloween, que se celebra todos los años en medio de ruinas arqueológicas asociadas con hechiceros, conjuros mortales y rituales nudistas. Cada 31 de octubre, este acontecimiento en el Museo Aquincum rinde homenaje al origen poco conocido de la ciudad como un asentamiento celta.

Los pueblos celtas suelen estar vinculados a Irlanda, donde hace más de dos mil años surgió el festival de Samhain, que los inmigrantes irlandeses llevaron a Estados Unidos en el siglo XIX, transformándose en Halloween. Los visitantes del Museo Aquincum descubren que los celtas también fundaron Ak-Ink, el primer asentamiento de lo que hoy conocemos como Budapest. Anteriormente, en el siglo I a.C., Ak-Ink fue sustituido poco a poco por la nueva ciudad romana de Aquincum.

Los visitantes tienen la oportunidad de explorar esta historia en el Museo Aquincum, un lugar amplio y contemporáneo adyacente a las 4 hectáreas donde se encuentran los vestigios de la antigua ciudad romana. Allí se muestran objetos celtas y romanos que destacan las distintas etapas de la evolución de Budapest y la sociedad supersticiosa de Aquincum, cuyos habitantes recurrían a magos para protegerse de maldiciones.

Los turistas también tienen la oportunidad de recorrer su parque arqueológico. Diseminados por este lugar exuberante y tranquilo, se hallan las ruinas del foro, el mercado, los baños públicos y el distrito de los artistas de Aquincum. Los visitantes pueden acceder a un templo preservado dedicado a Mitra, que fue edificado por un culto romano reconocido por sus rituales de iniciación en los que se practicaba el nudismo.

Al lado del templo, durante la celebración de Halloween, los artistas en disfraz ofrecerán espectáculos de canto, baile y manejarán antorchas encendidas para revivir la tradición de Samhain. Los asistentes tendrán la oportunidad de observar prácticas celtas, como enfrentamientos de fuego, ceremonias guerreras, actividades de adivinación y danzas colectivas. Además de las visitas guiadas al museo, los visitantes podrán participar en charlas sobre los rituales funerarios celtas, interpretar antiguas inscripciones en piedra y relatar aterradoras leyendas celtas. Este es el único evento público de Samhain en Budapest, donde la herencia celta es prácticamente imperceptible.

En la actualidad, la cultura celta se mantiene viva principalmente en Irlanda, Escocia y Gales, donde aún se utilizan lenguas celtas. No obstante, hace más de dos mil años, los celtas dominaban regiones a lo largo de Europa, abarcando desde España y Portugal en el oeste, pasando por Bélgica y Gran Bretaña, hasta llegar a Hungría, Eslovaquia, Rumanía, Eslovenia y Croacia en el este. Aunque no establecieron un imperio, los celtas compartían un idioma y una cultura que los unía.

A finales del siglo V a.C., las tribus celtas de Suiza, Alemania y la República Checa comenzaron a adquirir relevancia en la región que hoy conocemos como Hungría, según lo explica András Tóth, arqueólogo del Museo Aquincum. Apenas un siglo después, tenían el control de la zona donde posteriormente se erigió la actual capital de Hungría.

El enigma rodea este primer asentamiento celta en Budapest, el cual sigue sin ser excavado, señala Tóth. Hasta ahora, el hallazgo celta más significativo en esta área es un extenso cementerio en la isla de Csepel, que data de hace aproximadamente 2300 años. Entre 2004 y 2006, las excavaciones mostraron restos de individuos ataviados con prendas decorativas y sepultados con valiosas piezas de joyería, armas y cerámica.

En el siglo I a.C., las comunidades celtas se dispersaban a lo largo de las riberas del río Danubio, que separa Budapest. Estas poblaciones establecieron un sistema monetario y destacaron en técnicas de alfarería, metalurgia y agricultura. Su núcleo se situaba en un fortín en la colina Gellert, un lugar elevado que actualmente atrae a turistas que desean contemplar las vastas panorámicas de la ciudad, explorar una fortaleza del siglo XIX y sumergirse en el singular ambiente de la cueva de la Iglesia de San Gellert.

La civilización celta alcanzó su máximo desarrollo en esta región a inicios del siglo I a.C. Los visitantes tienen la oportunidad de explorar el Museo de Aquincum, donde pueden admirar monedas de ese periodo, así como cerámicas celtas que son incluso más antiguas. Posteriormente, el Imperio Romano se estableció en la zona, según explica Orsolya Láng, arqueóloga y ex directora del Museo Aquincum. Se estima que los romanos, con su gran poder e imponente presencia, desplazaron a los celtas con escasa o nula violencia.

Aquincum se estableció inicialmente como un campamento militar a mediados del siglo I a.C., y posteriormente se transformó en la capital de la región romana, para ser finalmente desierta en el siglo IV d.C. "La existencia de la población celta nativa no terminó: su lengua, tradiciones, aspectos de su cultura y los nombres celtas de sus poblados se mantuvieron durante numerosos años", señala Láng sobre la etapa inicial de Aquincum.

En la actualidad, la herencia celta en Hungría se ha desvanecido, comenta Krisztián Varga, quien ha investigado la historia celta durante dos décadas y forma parte del festival Samhain en el museo. Según él, es bastante similar en todas las naciones donde los celtas prosperaron, a excepción de Irlanda, Escocia y Gales.

"La continuidad de la cultura celta en las Islas Británicas fue en gran parte facilitada por un profundo sentido de identidad, pues la población actual se veía a sí misma como descendiente directa de los celtas", comenta. "Por otro lado, los celtas orientales tenían una narración distinta. Su cultura fue desintegrándose poco a poco a medida que se fusionaban con la población autóctona", agrega.

Dos mil años después, la conexión más profunda de Budapest con su época celta se manifiesta en el próximo evento de Samhain. En su quinto año, esta singular celebración no solo busca atraer a visitantes al Museo Aquincum, ubicado discretamente en los serenos suburbios del norte de la ciudad, sino que también tiene el propósito de poner de relieve la influencia a menudo ignorada de los celtas, cuyas contribuciones fundamentales permanecen ocultas bajo la ciudad.

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