Qué día se pide “calaverita” en México y de dónde viene la tradición
En México, el 1 y 2 de noviembre se conmemora el Día de Muertos. Durante estas fechas, es costumbre que los habitantes coloquen ofrendas en sus casas para dar la bienvenida a sus seres queridos que han fallecido. También es común que visiten los cementerios, sobre todo las tumbas de sus familiares y amigos.
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En estas épocas es frecuente observar a muchos pequeños y hasta a personas mayores en las vías públicas luciendo vestimentas que representan personajes de películas de terror, o incluso de catrinas, las cual fueron creadas por el caricaturista José Guadalupe Posada.
Durante estas fechas, es común que los niños se disfracen con la finalidad de pedir dulces, frutas o, en ocasiones, alguna moneda, ya sea en tiendas o en algunas casas, en una tradición conocida como "calaverita".
Durante estas festividades, muchas personas se vuelven muy creativas, exhibiendo disfraces originales que a menudo dan miedo. Aunque esta tradición tiene una larga historia, hay cierta confusión en cuanto a la fecha en que los niños salen a pedir dulces a hogares y negocios, conocido como "calaverita".
Según la creencia popular, los niños acostumbran salir a pedir dulces el 31 de octubre conocido como el día de pedir "calaverita".
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No obstante, es frecuente observar que los niños encuentran a otros niños disfrazados en las vías públicas durante los días 1 y 2 de noviembre, pero en menor cantidad.
La solicitud de "calaverita" es una tradición muy arraigada en nuestra nación, pero no es original, ya que se adoptó de la celebración estadounidense de Halloween, que se lleva a cabo el 31 de octubre.
A pesar de la creencia popular, la tradición de pedir dulces cada año se originó en la época colonial. Durante el Día de Muertos, los trabajadores solicitaban a los dueños de las haciendas el día libre para visitar a sus difuntos. Asimismo, esperaban recibir calaveritas para llevarlas al cementerio y ofrecerlas a sus seres queridos que ya habían fallecido.
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Es importante destacar que las pequeñas calaveras que los trabajadores pedían a sus empleadores ya se encontraban en las ofrendas que los propietarios de las fincas acostumbraban poner.
