La noticia de la bancarización en Cuba, junto a la escasez de dinero en efectivo, nos recuerda la hiperinflación de Bolivia en 1985. En ese entonces la inflación boliviana, según la lectura que uno haga, alcanzó un ridículo nivel anualizado de 20.000%, 60.000% o, hasta 1.000.000% para cada período. Los precios de todo lo que se transaba subieron tanto que había que portar mucho dinero para una persona comprar cualquier cosa y, peor todavía, para un comerciante ir al banco y depositar las ventas del mes que cargaba en carretillas literalmente, declarándolo solamente porque no había tiempo para contarlo. De esta manera la moneda boliviana que se imprimía en el extranjero se convirtió momentáneamente, según un artículo de The Wall Street Journal, en el mayor renglón de importación de billetes en Bolivia.
Todo esto me hizo sospechar que la falta de efectivo en Cuba tiene su origen en su inflación que, aunque es mucho menor que la boliviana de 1985, requiere aumentar la cantidad de dinero que circula. Aunque generalmente lo damos por sentado, el billete que circula de mano en mano hay que reponerlo de tiempo en tiempo, función que hacen los cajeros cuando reciben billetes en mal estado y canjean el billete viejo con uno nuevo. Esto significa que el Estado, que es el dueño del dinero en su forma física, tiene que mantenerse imprimiendo billetes no solo para aumentar la circulación para aumentar el gasto público, sino también para reponer los billetes que tienen que canjearse por puro desgaste, todo lo cual representa un gasto para el país.
Por lo tanto, tiendo a creer que la llamada bancarización es una cortina de humo para ocultar la última y muy humillante noticia que nos regalan los que mandan en Cuba (no merecen ser llamados Gobierno por su incompetencia). Tal bancarización, como la definen ellos, es el reemplazo del dinero en efectivo por medios electrónicos como tarjetas magnéticas para los pagos.
La idea tiene algún sentido en condiciones normales, pero no tiene razón de ser en las condiciones actuales de la economía. Sin embargo, es una manera de matar dos pájaros de un tiro: se aumenta más la represión y se le oculta a los cubanos, incluyendo a la mayoría que trabaja para los que mandan y que también son víctimas de la tradición castrista de ocultar lo que debiera ser de dominio público. Pero, ¿qué efectos puede tener la "bancarización" sobre la economía cubana? Veamos.
Hay efectos positivos y efectos negativos. Entre los primeros podemos citar que, en teoría tiene el potencial de impedir u obstaculizar las transacciones clandestinas o legalmente prohibidas, lo cual es a la vez un efecto negativo ya que le da a los que mandan una herramienta más para reprimir a los que trabajan en el país, incluyendo a los miembros de la nomenclatura.
La bancarización facilitaría la fiscalización de todas las empresas establecidas, estatales y privadas, desde su volumen de operaciones hasta su nivel de empleo y el detalle de transacciones con terceros lo cual sería mal visto por las empresas, especialmente las extranjeras. Todo lo cual contradice la política oficial de crear condiciones para atraer la misma en suficiente volumen, que Cuba necesita urgentemente.
Entre los efectos negativos tenemos que pensar primero que nada en la población que usa el efectivo cotidianamente en sus actividades de compra y venta en el país. ¿Qué actividades son estas? Son las infinitas en número que se realizan a todo momento para pequeñas transacciones como pagar por un pasaje, comprar algo de comer en un puesto ambulante, tomar un refresco, ir a un restaurante, o dejar una propina. Tanto el volumen como el número de estas transacciones son enormes y uno puede suponer la madeja de enredos que se crearía con la "bancarización". Es obvio que las transacciones correspondientes no se pueden "bancarizar" en el corto plazo y, por lo tanto, muchas de ellas sufrirían una severa contracción de inmediato, aumentando la penuria acumulada de la población consumidora en general.
Las noticias que nos llegan de Cuba cada día son más desalentadoras. Lo que otros llaman Gobierno parece estar poblado por personal ejecutivo muy mal preparado intelectual y técnicamente para las labores que debieran realizar. La falta de libertad de expresión y el ambiente represivo que opera entre todos los cubanos es una variable fundamental. Cuba ha evolucionado hacia un Estado dónde lo que domina es la inseguridad económica para todos, donde el ciudadano-habitante no cuenta y vive controlado por una minoría que parece inamovible, pero que carga en sus entrañas el mecanismo de su auto destrucción.
A pesar de la censura o falta de libertad de expresión, las señales de descontento generalizado de toda la población son múltiples y continuas, pero ahora con una nueva característica distintiva: muy modestamente, con sigilo, parecen manifestarse de modo esporádico en lugares oficiales, como la Asamblea Nacional del Poder Popular. Lo que sugiere que la protesta puede estarse desplazando desde la calle hacia centros más cerca de los medios más adeptos al régimen. Al fin y al cabo, la situación o coyuntura actual no parece estar bajo el control de los que mandan, incluyendo a los que mandan, los agentes de la Seguridad del Estado, los militares y la burocracia, todos los cuales deben estar muy preocupados con un país sin Gobierno y literalmente al garete.
Creo que el régimen no ha estado nunca tan cerca de una catástrofe como ahora, resultado de su inflexibilidad y de la farsa de la revolución castrista. Ojalá los cubanos puedan manejar al país después de la vorágine que se nos encima.