La vida en un día
Hay cinco carreras importantes en el ciclismo. Tres de ellas tienen nombres específicos para la salida y la meta. Las otras dos son referencia de carreras de un día en Francia e Italia. La Milán-San Remo, la París-Roubaix, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Tour de Flandes y el Giro de Normandía son competiciones que tienen más de cien años de historia y son conocidas por su imaginario épico. Desde los famosos adoquines hasta el extremo cansancio de los atletas, estas carreras brindan mucho entretenimiento e incertidumbre para el espectador. Cualquier participante puede ganar, solo necesitan tener buen estado físico, una estrategia adecuada y un poco de suerte. Sin embargo, todas las bicicletas en la carrera tienen una oportunidad. Es como si los participantes tuvieran la posibilidad de vivir una nueva vida que dura tan solo unas horas y en la que la desigualdad no tiene un papel tan importante como en la vida diaria.
En su libro "Monumentos (Libros de Ruta)", el periodista inglés Peter Cossins cuenta con gran detalle la historia de las cinco pruebas que conforman las carreras de élite de este tipo y que fueron agrupadas bajo el título del libro. La historia comienza con la victoria del belga Léon Houa en la primera Lieja-Bastogne-Lieja en 1892. A bordo de una bicicleta que pesaba 11,6 kilos, Houa llegó en primer lugar después de recorrer la ruta durante 11 horas. A pesar de sufrir una caída en el tramo final que desprendió uno de sus pedales, completó la carrera utilizando solo una pierna, lo que provocó el entusiasmo de los aficionados que lo esperaban en la línea de meta. Con esta carrera, se inició la emotiva crónica de las carreras de un solo día, una metáfora de la vida con su comienzo, final y todo lo que sucede en medio contenido en un breve instante.
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