¿Cristóbal Colón cambió la fecha del Descubrimiento de América por una superstición?

2 día atrás
Descubrimiento de america

Aquellos que mantienen la celebración del Día de la Raza el 12 de octubre enfrentarían dificultades si se ratifican las indagaciones que sugieren que el famoso grito de Rodrigo de Triana ocurrió el 13.

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Foto Clarín.com

Sin embargo, dado que ese número estaba asociado con la mala fortuna y que el 12 correspondía a la festividad de Nuestra Señora del Pilar, patrona de los Reyes Católicos, y caía en un viernes, que es el día de la pasión de Jesús, el almirante decidió modificar la fecha para complacer a sus benefactores.

El 12 o el 13 de octubre de 1492, Cristóbal Colón y su tripulación llegaron al pequeño islote de Guanahaní, al que Colón denominó San Salvador. Don Cristóbal creía haber alcanzado Asia, aunque se sorprendía al no encontrar a los típicos comerciantes chinos, sino a un pueblo “muy hermoso y tranquilo”.

El brillante Gabriel García Márquez, inspirado en el Diario de Colón, nos ofrece en El Otoño del Patriarca una perspectiva de cómo los pueblos originarios podrían haber visto a los conquistadores.

"...Y al fin dio con alguien que le revelara la verdad, mi general, sobre la llegada de unos forasteros que hablaban en lengua ladina, ya que no decían 'el mar' sino 'la mar', y se referían a las guacamayas como papagayos, a los cayucos como almadías y a los arpones como azagayas. Cuando vieron que salíamos a su encuentro nadando alrededor de sus barcos, se subieron rápidamente a los mástiles."

Y se llamaban entre sí, exclamando lo bien que estaban hechos, con cuerpos muy hermosos y rostros agradables; sus cabellos eran gruesos, casi como seda de caballo. Al notarnos pintados para no quemarnos con el sol, se alborotaron como cotorras empapadas, gritando que mirásemos cómo ellos se pintaban de oscuro, mientras que en realidad eran del color de los canarios, ni blancos ni negros.

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"Y algunos de ellos, y nosotros no comprendíamos por qué nos ridiculizaba tanto mi general si estábamos tan a gusto como el día en que nacimos, mientras que ellos lucían como un personaje de baraja a pesar del calor (...)" (1)

El almirante continuó explorando las tierras recién descubiertas y arribó a la extensa isla de Cuba (tierra o tierra central en el idioma nativo), a la que nombró Juana en honor a la hija de los Reyes Católicos, que posteriormente sería conocida como "la loca". También llegó a la isla que los indígenas llamaban Haití (tierra montañosa en arawak), la cual designó como La Española.

En ese lugar, utilizando los restos de la Santa María, que había sufrido un naufragio, edificó, el 25 de diciembre de 1492, la fortaleza de la Natividad, donde dejó un contingente de treinta hombres bajo el liderazgo de Diego de Arana.

En un esfuerzo desesperado por validar su teoría de alcanzar Asia navegando hacia el oeste, el almirante tomó la decisión, antes de iniciar el viaje de vuelta, de hacer que todos los integrantes de su tripulación declararan bajo juramento ante el escribano real que la costa que habían explorado (Cuba) no podía ser una isla. También hizo que todos firmaran un documento en el que se comprometían a lo siguiente:

“Mucho antes de recorrer grandes distancias, al navegar por esa costa, se encontraría una tierra donde se dedican a la política y poseen conocimiento sobre el mundo.”

Antes de regresar, Colón tuvo un enfrentamiento sobre las ganancias logradas con su socio Martín Alonso Pinzón, quien optó por apartarse del grupo y buscar fortuna con La Pinta.

El retorno fue difícil, lleno de tempestades y obstáculos. Colón arribó a las Azores y desde ese punto se dirigió a Lisboa, donde fue recibido por el rey de Portugal, Juan II, en su calidad de almirante.

Sin esperar ni un momento, don Juan informó a Cristóbal que las tierras recién descubiertas eran de Portugal y intentó detener al almirante. Sin embargo, Colón consiguió llegar al puerto de Palos en la embarcación llamada la Niña el 15 de marzo de 1493, repleto de tesoros, frutos y animales desconocidos, junto con solo seis de los catorce nativos que había llevado a bordo de manera forzada.

Gabriel García Márquez, El Otoño del Patriarca, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1975.

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