El trágico origen del Día de los Inocentes y la razón detrás de las bromas del 28 de diciembre

17 horas atrás
Dia de los Inocentes

La proclamación del nacimiento de Jesús como un salvador espiritual y monarca fue visto por Herodes como un peligro para su poder político. (Infobae: diainternacionalde.com / Difusión)

El 28 de diciembre, conocido como el Día de los Inocentes, se transforma en el entorno ideal para que la creatividad muestre su mejor faceta. Revelaciones absurdas y noticias insólitas generan confusión con la exactitud de un reloj. En esta jornada, la confianza se convierte en una moneda de poco valor que se intercambia por risas o vergüenzas, mientras la frontera entre lo cómico y lo incómodo se va desvaneciendo con cada broma que surge.

Hoy en día, la información falsa y ridícula se propaga con rapidez en las redes sociales y se discute durante los recesos laborales o en lugares públicos. Por ejemplo, se esparcen rumores sobre el retorno de equipos de fútbol que ya no existen, hallazgos arqueológicos inverosímiles o celebridades que supuestamente declaran renuncias que no son reales.

A esto se le añaden chistes personales, como un aviso de “reunión urgente” que lleva a una sala desierta o un obsequio meticulosamente envuelto que acaba siendo solo un ladrillo. Considerando la influencia del Día de los Inocentes en la vida diaria, es relevante indagar en su origen y comprender el significado de estas travesuras.

Para comprender el origen del Día de los Inocentes, es fundamental consultar la Biblia, específicamente el Evangelio de Mateo, que narra los hechos que llevaron a esta celebración. En sus textos se relata el lamentable suceso provocado por el edicto del rey Herodes I el Grande, quien reinó aproximadamente desde el año 37 a.C. hasta su fallecimiento en el año 4 a.C.

"Cuando Herodes se dio cuenta de que había sido engañado por los Magos, estalló en ira y ordenó la ejecución de todos los niños menores de dos años en Belén y en toda la región, según la información minuciosamente obtenida de los Magos", se menciona en el Evangelio de Mateo 2.

El pasaje de Mateo 2 narra el instante en que Herodes, al enterarse de que los Reyes Magos no volvieron para darle detalles sobre la ubicación del Niño Jesús, se llenó de ira y mandó llevar a cabo una ejecución en masa de todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Este evento, conocido como la Matanza de los Santos Inocentes, evidencia el miedo del rey a perder su trono después de que los sabios del Oriente le informaran sobre el nacimiento de un "rey de los judíos".

A lo largo de la historia, este evento se sitúa en una época convulsa en Judea, una zona dominada por Roma, donde Herodes actuaba como un rey subordinado al imperio. Este gobernante era reconocido por su paranoia y su voluntad de eliminar cualquier posible peligro a su corona, incluso si eso involucraba a sus propios familiares.

El anuncio del nacimiento de Jesús como un redentor espiritual y monarca fue visto por Herodes como un peligro para su poder, lo que lo impulsó a actuar de manera drástica.

Sin embargo, ¿por qué los Reyes Magos no informaron a Herodes sobre la ubicación de Jesús? De acuerdo con la tradición, tuvieron un sueño que les advirtió que el rey no tenía intenciones de adorarlo, sino que buscaba eliminarlo al verlo como una amenaza para su autoridad. Ante esta revelación, optaron por regresar por una ruta diferente, evitando así cualquier encuentro con él.

Se dice que un ángel se le mostró a José en un sueño para informarle que Herodes estaba buscando al niño con la intención de matarlo. Por esta razón, el ángel le indicó que se escapara a Egipto con María y el niño Jesús.

Es fundamental destacar que José y María no escaparon a Nazaret, puesto que ese era su hogar, y volver allí no les habría brindado resguardo ante el peligro que representaba Herodes. La travesía hacia Egipto fue una estrategia de protección, ya que Herodes no podía alcanzarlos con facilidad, debido a que Egipto no estaba bajo su dominio directo. Al refugiarse en un país vecino del Imperio Romano, pudieron evadir la violencia y garantizar la seguridad de Jesús hasta la muerte de Herodes.

Asimismo, de acuerdo a los Evangelios, tras la muerte de Herodes, José recibió otra revelación celestial, lo que les facilitó el regreso a la tierra de Israel. No obstante, para eludir los nuevos peligros planteados por los gobernantes de la zona, optaron por establecerse en Nazaret en lugar de regresar a Belén. Esto se considera el cumplimiento de una profecía que decía que el Mesías sería conocido como “Nazareno”.

La costumbre de realizar travesuras el Día de los Inocentes tiene diversas justificaciones. Una de las historias sugiere que, tras su encuentro con los Reyes Magos, Herodes buscó averiguar el lugar donde se encontraba Jesús, pero los sabios optaron por darles direcciones equivocadas, riéndose de él para evitar que pudiera localizar al niño.

Una variante sitúa el origen de esta costumbre en la Edad Media, cuando el Día de los Inocentes se combinó con una celebración pagana llamada “La fête des Fous” o Fiesta de los Locos, que se llevaba a cabo en Francia. En esta festividad, las personas tenían la oportunidad de burlarse de las convenciones sociales y disfrutar de un humor compartido.

En su publicación titulada “Carcajada y delirio: la fiesta de los locos”, que apareció en la revista cultural Amberes, el historiador español Mario González-Linares ofreció más información sobre esta celebración.

"El pueblo, en una actitud despreocupada, se sumía en una risa festiva, animada y mordaz que igualaba a los actores con los espectadores, convirtiéndolos en cómplices de la broma, lo que les proporcionaba un respiro ante las dificultades cotidianas, en un entorno marcado por una estricta disciplina social," escribió.

¿Quiénes eran, entonces, aquellos conocidos como “locos”? Según el investigador, este término se empleaba para referirse a quienes eran vistos como perturbados, irracionales, diferentes, discapacitados o excluidos. Su único “delito” consistía en no ajustarse a un modelo social caracterizado por su inflexibilidad y jerarquía, un sistema que no toleraba desviaciones ni variaciones.

Por último, se cuenta que los clérigos, diáconos y sacerdotes participaban en esta celebración vistiéndose de bufones y accediendo a los templos para cantar, bailar y comportarse de manera cómica. A pesar de que la Iglesia vetó formalmente esta festividad durante el Concilio de Basilea en 1435, la costumbre de hacer chistes y ridiculizar a la sociedad continuó vigente.

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