Día Mundial de la Salud Mental: por qué debemos abordar la salud mental para acabar con el hambre en el mundo

3 día atrás
Dia Mundial de la Salud Mental

A pesar de que el tema de la salud mental se discute cada vez con más frecuencia, hoy, en su jornada conmemorativa, quiero resaltar una de sus dimensiones que, aunque no sea obvia para muchos, presenta un carácter cíclico y devastador: la conexión entre la desnutrición y el bienestar psicológico. En mi labor en la organización humanitaria Acción contra el Hambre, he observado cómo la escasez de alimentos no solo afecta el aspecto físico, sino que también deteriora la salud mental y social, estableciendo un ciclo del que resulta complicado escapar. Este Día Mundial de la Salud Mental debería servir como un recordatorio de la relevancia de adoptar un enfoque psicosocial en la lucha contra el hambre.

El hambre, en esencia, representa una vivencia traumática. Más de 768 millones de personas en todo el planeta sufren la incertidumbre de no saber si tendrán comida el día de hoy. Esta presión constante impacta no solo su salud física, sino también su capacidad para tomar decisiones y para cuidar de sí mismos y de sus seres queridos. He sido testigo de ello en muchos lugares, desde campos de refugiados hasta comunidades arrasadas por desastres naturales o conflictos. La angustia psicológica que provoca la falta de acceso a alimentos suficientes y nutritivos no solo debilita a las personas, sino que se erige como una de las barreras que impiden romper el ciclo del hambre y la pobreza.

En Acción contra el Hambre, hemos estado activos durante 40 años en 50 naciones, muchas de las cuales enfrentan conflictos bélicos, desastres naturales y crisis económicas que ponen en riesgo el bienestar psicosocial de individuos, familias y comunidades. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80% de las personas con problemas de salud mental residen en países de bajos y medianos ingresos, y esos mismos lugares son donde el hambre es más común. Por esta razón, consideramos fundamental adoptar un enfoque integral que abarque la salud física, la nutrición y, por supuesto, la salud mental.

El trauma causado por el hambre provoca alteraciones psicológicas significativas. He trabajado con madres que, atrapadas en un ciclo de ansiedad y depresión, no logran brindar el cuidado necesario a sus hijos e hijas. Los síntomas de ansiedad y depresión, intensificados por la carencia de alimentos, afectan directamente la nutrición de los más pequeños. Investigaciones han demostrado que los niños de madres que sufren de depresión tienen entre tres y seis veces más posibilidades de sufrir de malnutrición aguda. Esto resalta la necesidad de actuar no solo desde un enfoque nutricional, sino también desde el ámbito psicosocial.

En Acción contra el Hambre somos conscientes de que, para que alguien supere la malnutrición o recupere su medio de vida, es fundamental cuidar y potenciar su salud mental. Por esta razón, incorporamos el apoyo psicosocial en todas nuestras acciones. Desde los programas de nutrición en América Latina hasta las iniciativas de medios de vida en España y Asia, abordamos tres áreas: mejorar el bienestar psicosocial de cada individuo, capacitar a padres, madres y cuidadores para fomentar un entorno familiar saludable, y fortalecer las estructuras y capacidades comunitarias para apoyar y salvaguardar la salud mental de sus integrantes.

Uno de los principios fundamentales de nuestra metodología de trabajo es ajustar nuestras intervenciones a las particularidades y necesidades de cada individuo. No se puede comparar la forma en que una niña de 12 años vive y reacciona ante una crisis con la de una persona mayor de 65 años, ni tampoco la de personas de diversas culturas. Las herramientas y requerimientos que cada persona tiene para enfrentar y recuperarse de estas circunstancias son distintos, por lo que es esencial personalizar nuestra intervención. Además, siempre colaboramos con las comunidades, ya que estamos convencidos de que no solo son beneficiarias de asistencia, sino que también poseen la capacidad de crear ambientes de bienestar. Los agentes de salud comunitaria juegan un papel crucial en este proceso, contribuyendo a la promoción y protección de la salud mental de todos los integrantes de la comunidad.

Desde mi experiencia, he observado que al incorporar el apoyo psicosocial en nuestra labor, las personas comienzan a reconocer la relevancia del autocuidado tanto para ellas como para sus seres queridos. Les resulta reconfortante comprender su situación, considerándola algo normal dadas las circunstancias, y no sentirse aisladas en sus reacciones emocionales. Además, el poder compartir sus vivencias con otros miembros de la comunidad les permite aprender unos de otros. Esta interacción les proporciona un significativo aliciente que, sin lugar a dudas, influye positivamente en cómo enfrentan y se recuperan de la difícil situación que atraviesan.

Somos conscientes de que en muchos de los entornos en los que operamos, especialmente durante una crisis, la salud mental no siempre se considera una prioridad. Sin embargo, es fundamental. Un ejemplo claro de cómo incorporamos la salud mental en nuestras acciones es nuestro trabajo en Turquía tras los terremotos de febrero del año pasado. En los espacios seguros y amigables para madres y bebés, también conocidos como espacios "Mother Baby Friendly", hemos creado un ambiente que promueve la lactancia y la alimentación complementaria para niños y niñas menores de dos años, al mismo tiempo que potenciamos la salud mental perinatal. Las madres que participan en este programa reciben orientación y apoyo para manejar el estrés, la ansiedad y los síntomas de depresión. Entendemos que una madre que goza de buena salud emocional es esencial para el desarrollo saludable de su hijo.

Ellas mismas nos lo relatan. Por ejemplo, una refugiada siria que se encuentra en uno de los campamentos para damnificados por el terremoto en Turquía compartió que había tenido que enfrentar condiciones extremadamente difíciles tras escapar de la guerra en su país, y que los sismos le arrebataron nuevamente todo lo que poseía. Las actividades de acompañamiento psicosocial se convirtieron en un refugio que le ayudó a lidiar con esta pérdida enorme, brindándole herramientas para manejar sus emociones y conectándola con otras madres. Ella nos comentó que el profundo sentido de solidaridad y apoyo que experimentó fue fundamental en un momento en que todo a su alrededor se desmoronaba.

Otras mujeres desplazadas en los campamentos a causa de los terremotos compartieron con nuestros equipos que experimentar un embarazo en un período tan destructivo fue aterrador y les generó muchas inquietudes: cómo dar a luz, cómo adaptarse a la vida en un campamento con un bebé... Sin embargo, fue el apoyo psicosocial que recibieron en estos espacios acogedores lo que les ayudó a enfrentar sus temores, prepararse para los retos de la maternidad y entender mejor cómo cuidar de sus hijos e hijas.

La sensación de hambre refleja un problema más profundo, que indudablemente abarca el deterioro de la salud emocional. Para interrumpir el ciclo del hambre, es necesario atender tanto las necesidades físicas como las psicológicas de quienes se ven afectados. En el Día Mundial de la Salud Mental, es fundamental reconocer la salud mental no como un mero servicio, sino como un derecho básico para todos, especialmente para aquellos que se encuentran en situaciones de alta vulnerabilidad.

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