‘El hoyo 2′ expande su universo con más acción y reflexiones sobre el mundo actual: “La violencia forma parte de nuestras vidas”
Cuando un enigmático líder establece sus reglas en un violento sistema jerárquico de celdas, una nueva prisionera opta por confrontar su cuestionable manera de repartir los alimentos. (Crédito: Netflix)
Hace exactamente cinco años, El hoyo debutó en el Festival de Sitges, convirtiéndose de inmediato en la revelación del cine fantástico de esa temporada. Recibió los galardones a la mejor película, al mejor director novel (Galter Gaztelu-Urrutia), así como a los mejores efectos especiales y el premio del público.
Al momento de su estreno en cines, pasó casi inadvertida, pero experimentó una segunda oportunidad que la llevó a otro nivel cuando Netflix compró sus derechos, convirtiéndose en una de las películas más populares de su catálogo.
La narrativa de El hoyo se originó como una obra teatral, pero luego se adaptó a formato visual, creando una distopía en el ámbito del terror social. De manera similar a Parásitos, de Bong Joon-ho, que se lanzó en el mismo año y también abordaba temas sobre la desigualdad económica y la estructura de clases.
En esta situación, nos encontrábamos en un ambiente vertical cerrado que se organizaba en varios niveles, cada uno habitado por dos personas, y que parecía extenderse indefinidamente. Cada día, descendía una mesa llena de comida, pero únicamente los residentes de los niveles superiores tenían la oportunidad de satisfacer su hambre. ¿Qué sucedía con aquellos que estaban en los pisos inferiores? Además, cada mes, las personas en este cruel y opresor sistema jerárquico eran trasladadas a diferentes niveles.
En El Hoyo, los personajes centrales eran Gore (Iván Massagué) y Trimagasi (Zorion Eguileor). Conoceremos poco sobre sus vidas, excepto que ambos han decidido llevar un objeto al ingresar: el primero optó por un libro, ‘El Quijote’, mientras que el segundo eligió un cuchillo.
Ahora este universo se expande en El Hoyo 2, lo que nos permitirá conocer una serie de detalles que no estaban presentes en la primera entrega, como el hecho de que cada individuo selecciona un alimento que se considera el único que puede ingerir de la gran bandeja disponible. Si alguien no respeta las normas, sus compañeros se encargarán de imponerle un castigo.
“El desafío consistía en preservar la esencia de la película original, mientras se ampliaba ese universo sin ofrecer demasiadas explicaciones, ya que eso es parte de su atractivo, el no tener una idea clara de qué es realmente ese lugar. Siempre hemos deseado que los espectadores tengan la libertad de imaginar y lleguen a sus propias deducciones, por lo que no queríamos comprometer ese aspecto. Sin embargo, al mismo tiempo, sentíamos la necesidad de brindar más: más sorpresas, más personajes y más acción”, explica Galter Gaztelu-Urrutia a Infobae España durante el Festival de San Sebastián, donde la película fue la encargada de clausurar la Sección Culinary Zinema.
En esta ocasión, nos adentraremos en “el hoyo” junto a Perempuan (Milena Smit), quien decide entrar tras haber vivido un suceso traumático que iremos desvelando poco a poco. Su compañero de celda será Zamiatin (Hovik Keuchkerian), un hombre aparentemente áspero, obsesionado con la pizza, que fue sentenciado por incendiar la casa de sus padres.
El tema de la supervivencia se tornará más complicado, ya que nos enfrentamos a un grupo de apasionados que se encargan de impartir una justicia que consideran justa, basándose en un conjunto de normas que, aunque al principio pueden parecer razonables (distribuir raciones de alimentos para que todos tengan acceso), acabarán resultando en un sistema opresor similar a una tiranía.
Una vez más, el director presenta una alegoría política, pero en esta ocasión su reflexión resuena en un contexto actual donde somos testigos del incremento de los fanaticismos. "Considero que todas las películas tienen un componente político, incluso aquellas que aparentan no tenerlo. Sin embargo, en este caso, hay una profunda carga ideológica derivada de una situación inusual. Queríamos explorar la subjetividad. Si observas, la protagonista va alternando entre diferentes posturas y su opinión cambia de manera coherente, como si el espectador también se sumergiera con ella en esa trampa y formara parte del debate".
El director reconoce que su intención era abordar un tema contemporáneo que provocara debate: por un lado, un grupo que exhibe un individualismo extremo y una clara arrogancia en su ‘supremacismo’; y por el otro, un grupo de personas que, envolviendo sus acciones en el concepto de colectividad, en realidad solo defienden la propiedad privada. “En esencia, el objetivo es explorar cómo los ideales se diluyen en situaciones extremas”, señala el director. “Hasta ahora, no se ha realizado la fábula socialista; aún no hemos llegado a ese punto, a menos que la encontremos en un nivel final, completamente horizontal, donde no existen jerarquías y la sociedad puede ser realmente colectivista y auténtica”, añade. ¿Habrá una tercera parte de El Hoyo? Aún no hay respuesta.
En El Hoyo 2, la intensidad de la violencia se incrementa notablemente. Es más brutal y presenta ciertas escenas verdaderamente sangrientas. “Considero que la violencia es un componente intrínseco de nuestra existencia; simplemente hay que observar los noticieros. No obstante, no pienso que sea más impactante que, por ejemplo, Juego de Tronos, donde la violencia me resulta más despiadada. En esta película, la violencia es parte de la esencia de los cómics, hay un aspecto ‘distanciador’, aunque sí, hay un poco de brutalidad”.
En cualquier situación, tanto El hoyo como su secuela, El hoyo 2, se presentan como filmes asfixiantes y agobiantes, con una atmósfera que se percibe tan peculiar como inquietante. Aparte de Milena Smith y Hovik Keuchkerian, las actuaciones de Natalia Tena y Óscar Jaenada juegan un papel crucial. Además, los seguidores de la saga encontrarán una sorpresa que solo se revelará al final, la cual revela cómo ambas partes están profundamente conectadas entre sí.
