San Sebastián 2024: crítica de «Emmanuelle», de Audrey Diwan (Competición)

4 hora atrás
Emmanuelle

Esta nueva versión de la película de 1974 se enfoca en una mujer que se traslada a Hong Kong y se sumerge en la exploración de la vida sexual en el hotel donde está empleada. Protagonizada por Noémie Merlant.

Emmanuelle - Figure 1
Foto micropsiacine.com

La trayectoria de Emmanuelle, el personaje, es extensa y está llena de giros inesperados. Nació de una novela escrita por Emmanuelle Arsan (un seudónimo) en 1959, aunque se publicó en 1967. Su verdadero éxito a nivel mundial llegó con la serie de seis películas –y algunas producciones posteriores para televisión– en la década de 1970, donde la actriz Sylvia Kristel asumió el papel principal. Lo que realmente destacaba en esta saga era su erotismo: se narraban las aventuras de una mujer con una vida sexual muy activa, incluyendo escenas que eran clasificadas como «X», una calificación que en esos tiempos no llevaba el mismo estigma que tuvo más tarde. O mejor dicho, fue durante un periodo en el que el softcore estaba de moda a nivel global, junto a otros filmes como GARGANTA PROFUNDA, EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS y ULTIMO TANGO EN PARIS.

Todas estas películas eran bastante diferentes entre sí: algunas eran más abiertamente eróticas, mientras que otras contenían solo escenas consideradas "intensas". Sin embargo, todas reflejaban una fascinación por ese tipo de contenido que había penetrado en el cine internacional, impulsada en parte por los cambios en la censura en Estados Unidos y una inusual apertura hacia temáticas sexuales. La nueva versión de EMMANUELLE de 2024 llega en un contexto contrario. Por razones diferentes a las de antaño —no por puritanismo ni vergüenza, sino por cuestiones feministas y una reflexión sobre la perspectiva masculina, aunque los límites son bastante borrosos—, la sexualidad, ya sea explícita o implícita, parece haber desaparecido del cine global. Al comparar las películas de los años 70 con las actuales, en varios aspectos parece que las producciones contemporáneas fueron realizadas en la década de 1950.

La versión de 2024 retoma la esencia y ciertos elementos del personaje, más que un enfoque particular. Se trata de una mujer –interpretada por Noémie Merlant– que busca explorar su sexualidad en lugares inusuales (en el filme original era Bangkok, aquí es Hong Kong), y que es una mujer soltera e independiente. Durante el viaje hacia su destino, la vemos entrar al baño del avión de manera seductora, consiguiendo que un pasajero la acompañe y tenga relaciones con ella allí, algo que guarda ciertas similitudes con el inicio de la película de 1974. Una vez en Hong Kong, se hospeda en un hotel de lujo (The Rosefield) y pronto descubrimos que su labor consiste en supervisar la calidad de esos establecimientos. Es decir, trabaja como «inspectora» para la empresa matriz y su tarea es asegurarse de que todo funcione como debe. Sin embargo, en medio de sus labores, se toma el tiempo para disfrutar de momentos, intercambios de miradas, turistas, prostitutas que transitan y otros viajeros del lugar, buscando así un encuentro sexual con ellos.

Emmanuelle - Figure 2
Foto micropsiacine.com

La película se enfoca, por un lado, en la interacción de Emmanuelle con Margo (Naomi Watts), la gerente del hotel en Hong Kong, quien realiza su trabajo de manera excepcional. Sin embargo, por razones que no se explican, los propietarios del hotel buscan despedirla. Esto provoca en Emmanuelle una intensa tensión, ya que por un lado valora el esfuerzo de Margo, pero por otro, siente la presión de encontrar una causa que justifique su despido. El elemento central de la historia es, sin embargo, su fascinación por Kei (Will Sharpe), un visitante VIP japonés que frecuenta el hotel y se comporta de manera enigmática. Lo que más intriga a Emmanuelle es su indiferencia ante sus intentos de seducción. Por más que lo observe, lo busque o lo provoque, Kei permanece inmóvil e impasible. Esta situación provoca que Emmanuelle se obsesione aún más por él.

Después de recibir el León de Oro en Venecia con EL ACONTECIMIENTO, EMANUELLE parece una elección peculiar para la nueva película de Diwan. Sin embargo, también podría ser vista como una propuesta provocativa: que una mujer que abogó fervientemente por el derecho al aborto realice una adaptación, podríamos decir, feminista de un personaje que fue objeto de críticas en su tiempo, ofreciendo una nueva interpretación positiva en términos sexuales de un nombre que se convirtió en sinónimo de explotación. Desafortunadamente, no logra encajar ni en una categoría ni en la otra. No retoma el género de la explotación sexual ni se presenta de manera particularmente política o feminista. O, si lo intenta, se siente muy forzado. En realidad, se percibe como un proyecto problemático que en un principio pudo haber parecido interesante, pero que luego se quedó en algo difuso, sin mucha chispa, sin vitalidad y con escasez de contenido sexual.

Lo que realmente constriñe a EMMANUELLE no es solo la superficialidad y simplicidad de casi todo lo que presenta, ni la actuación mediocre en ese inglés internacional, ni la frustrante trama, sino que tampoco avanza en lo que se pretende como un regreso de cierta sexualidad al cine. No es necesario dar detalles, pero esta película sigue manteniendo las limitaciones, los ángulos de cámara y la falta de originalidad que han marcado muchas escenas de sexo en el cine de las últimas décadas. Si bien Emmanuelle busca una liberación sexual, queda claro que Diwan todavía prefiere ocultar partes del cuerpo, como cruzar una pierna en momentos específicos o crear tomas que parecen más anuncios de fragancias que otra cosa.

Hay una idea subyacente en el proyecto que podría interpretarse como una nueva interpretación del deseo femenino, una búsqueda que intenta liberarse de ciertas convenciones, en cierto modo, patriarcales. Sin embargo, rara vez se percibe o se transmite de esa manera. A veces se hace presente en las cámaras de video que observan todo, en las fotografías que se toman y envían, pero nada de eso realmente transforma la banalidad fundamental de lo que se está mostrando. EMMANUELLE no es lo que solía ser, ni tampoco se puede catalogar como algo realmente diferente. Se sitúa en la misma zona ambigua, inter media y fría de gran parte del cine "erótico" actual, sin importar quién esté detrás de la cámara.

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