La desconocida incursión de Estados Unidos en suelo ruso
Alrededor de estos primeros meses de 1919, cuando ya se estab negociando el Tratado de Versalles y se había acabado la Primera Guerra Mundial, los "privilegiados" soldados estadounidenses empezaron a preguntarse qué hacían todavía en Rusia. La Primera Guerra Mundial había terminado el 11 de noviembre del año anterior, y ya no había necesidad de restablecer un frente oriental. "Al principio, los Aliados estaban mucho más preocupados por los alemanes que por los bolcheviques", explica Richard. "Pero tras el armisticio, la razón para permanecer en Rusia pasó a ser derrocar a los soviéticos".
Tras el armisticio, el presidente Wilson no informó mucho al Congreso y mucho menos al pueblo estadounidense sobre por qué los soldados estadounidenses seguían en Rusia. La Gran Guerra había terminado, y sólo había deseos de seguir adelante. Cuando por fin quedó claro que intentar influir en el destino de la Guerra Civil rusa era inútil, las tropas estadounidenses se retiraron de Arkhangelsk el 15 de junio de 1919 (12 días antes de la firma del Tratado de Versalles). Una década más tarde, una misión de recuperación de los Veteranos de Guerras Extranjeras recogió los restos de 86 soldados estadounidenses abandonados en suelo ruso; 27 osos polares siguen en paradero desconocido a día de hoy.
En su libro de 1975 The First Casualty (La primera baja), Phillip Knightley explica por qué las condiciones en Estados Unidos eran ideales para una represión colectiva de la intervención rusa que dura hasta hoy. En 1919, casi ninguna noticia de la expedición llegó al público estadounidense. "Tan poco de todo esto apareció en la prensa", escribe Knightley, "que no sólo se mantuvo al lector de periódicos de la época en la ignorancia del papel que sus compatriotas estaban desempeñando en la intervención, sino que un estudiante de hoy puede encontrar escasas referencias al respecto en los libros de historia de su país". Knightley informó de que en 1943 la Enciclopedia Columbia afirmaba que "las fuerzas estadounidenses no participaron en los combates entre los Aliados y los bolcheviques".
No es de extrañar que cuando el líder ruso Nikita Jruschov, máximo mandatario de la Unión Soviética, mencionó la invasión aliada durante un almuerzo celebrado en los estudios 20th Century Fox de Los Ángeles en 1959, pocos supieran a qué se refería. "Su intervención armada en Rusia fue lo más desagradable que ha ocurrido en las relaciones entre nuestros dos países", dijo Jruschov.
En 1969, el contralmirante Kemp Tolley recordó a la opinión pública estadounidense que "esta guerra de bolsillo de chaleco, en gran medida desconocida o malinterpretada incluso a día de hoy en Estados Unidos (...) agrió las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante casi una generación y, en la Unión Soviética, todavía no se ha olvidado ni perdonado en absoluto".
Por el contrario, la invasión aliada desempeñó un papel importante en la historiografía y la propaganda rusas durante la Guerra Fría. Incluso al final de la misma, Mijaíl Gorbachov, amigo de Occidente, no pudo resistirse a criticar la intervención aliada.
Tras la caída de la Unión Soviética, el recuerdo de aquel extraño conflicto empezó a desvanecerse incluso en Rusia. La esperanza de un acercamiento a Occidente probablemente contribuyó a restar importancia a la campaña aliada, del mismo modo que el declive constante de las relaciones entre Moscú y Washington en los últimos 15 años está contribuyendo a revivir ese capítulo de la historia.
"El efecto propagandístico desapareció junto con la ideología soviética", explica Alexey Sukhanovsky, autor de La bayoneta decide, que analiza la intervención aliada desde la perspectiva rusa. "Hoy, con el agravamiento de las relaciones entre Rusia y Occidente, los acontecimientos de 1918 se valoran como una profecía de hace 105 años". Sujanovski cuenta que, durante la época soviética, un libro de texto que circulaba en la región de Arjánguelsk incluía un capítulo independiente y detallado sobre la intervención de 1918-1919. Ese texto se ha recuperado ahora en el programa escolar local.
Si la historia simplemente se ha olvidado en Estados Unidos, parece que en Rusia el resurgimiento de su memoria sigue el zeitgeist político de diferentes épocas. Sería erróneo afirmar que la expedición de los Osos Polares fue la raíz de todos los males en la relación entre Estados Unidos y Rusia. Pero, como concluye el historiador Richard, "fue obviamente un mal comienzo".