Crítica de ‘Joker 2: Folie à Deux’, una de las grandes decepciones del año

22 hora atrás
Joker: Folie à Deux

Hay una secuencia en ‘Joker 2: Folie à Deux’ que ilustra perfectamente lo que muchos experimentarán al ver la película. En esta parte, Joker y Harley están charlando tranquilamente cuando, de repente, ella comienza a cantar. Hasta aquí, todo parece normal, ya que esta secuela es un musical y esos deslices son habituales. Sin embargo, en el momento específico al que nos referimos, el personaje interpretado por Joaquin Phoenix intenta hacer callar al de Lady Gaga. Intenta cubrirle la boca con las manos y le pide que se detenga, que por favor sigan teniendo una conversación convencional. Seguramente lo reconoceréis porque esta situación provoca una risa colectiva en la sala de cine. Muchos asistentes se sentirán identificados en ese instante exacto, ya que, lamentablemente, en esta continuación surge el deseo de gritarle a la pantalla y rogar a todos los involucrados que paren mucho antes de que aparezcan los créditos finales.

La secuela de 'Joker' es un filme autoconsciente, y raramente a lo largo de la historia del cine eso ha resultado ser un inconveniente. La película es consciente de que disfrutaste las famosas escaleras de la primera entrega. Ha tomado nota de lo mucho que te impresionó la danza de Joaquin Phoenix frente al espejo, que en numerosas ocasiones se mencionó como improvisada. Tiene presente todo lo que representaban las fantasías del protagonista y los debates acerca de lo que era real o no. Recuerda perfectamente que cuenta con un actor capaz de hacerse con el Oscar solo por su forma de fumar. Extrae de la caja fuerte ese naturalismo estilo Zola de sus personajes secundarios y esos discursos de sociología superficial que lograron captar la atención. Incluso ha reservado más juegos visuales con luces y sets de televisión. No hay nada aplaudido en la primera parte que 'Folie à Deux' no busque replicar. Pero no solo una o dos veces. La película repite los mismos trucos hasta el cansancio, cada vez con menos efectividad.

En ocasiones, parece que está provocando a la audiencia deliberadamente. Y no, esto no es una crítica mordaz, sino una observación sincera. Con el paso del tiempo, la tolerancia de los espectadores se agota tan rápidamente como la del Joker. No parece ser una coincidencia. Para resumir la situación del personaje, esta vez la trama se centra en el juicio por los homicidios que cometió en la primera película. Arthur Fleck comienza defendiendo la idea de que padece un trastorno de identidad para evadir la pena de muerte y, gradualmente, su narcisismo lo lleva a cuestionar si realmente merece arruinar su propia imagen de esa forma. ¿Le convendría salvar su vida a costa de confesar, entre otras cosas, que es virgen, que su madre lo maltrató y que su deseo de hacer reír surge de un trauma infantil? ¿No sería más adecuado entregarse a su nueva legión de admiradores y actuar como ellos esperan? Tal vez esa sea una vía más rápida hacia la redención...

"Expectativas Fallidas: No Hay Supervillanos Ni Musicales"

La propuesta no es mala, pero el Joker se ve atrapado en ella. Nunca toma una decisión clara y oscila de una postura a otra (a veces sin lógica), lo que acaba perjudicando el ritmo de la película y su desarrollo como personaje. Lo mismo le ocurre a la película. No se inclina hacia una dirección clara. ¿Debería convertir a Arthur Fleck en un malvado brillante y entregar la acción y el espectáculo que anhelan los aficionados de DC? ¿O repetir la fórmula que ya ha tenido éxito? ¿Debería atreverme a arriesgarlo todo y cambiar de género y estilo? ¿O mejor enfocarme en la miseria y el patetismo humano? La cinta explora muchas alternativas pero no profundiza en ninguna. Defraudará a aquellos que esperaban el surgimiento de un supervillano, el inicio de un musical o, simplemente, una obra tan intensa y realista como la anterior.

Lady Gaga Y Sus Números Musicales: Un Revés

El papel de Lady Gaga resulta ser uno de los mayores desengaños para los espectadores. En defensa de su actuación, es importante señalar que parece más un problema del guion que de la actriz. Su personaje carece del desarrollo que tiene el Joker, y quienes provengan del cómic seguramente sentirán que han menospreciado a la desafortunada Harley. Con escaso trasfondo y una presencia sorprendentemente reducida, se convierte en una manipuladora ávida de atención. Su representación femenina es bastante básica y convencional. Ni siquiera las escenas musicales logran resaltar su talento como cantante, ya que confunden lo íntimo con lo aburrido. A excepción de su impactante inicio, las actuaciones son versiones a capela y casi estáticas, que no logran atraer ni visual ni auditivamente. Ahora comprendemos por qué algunos actores han querido distanciarse del género en determinadas entrevistas.

Resulta absurdo el uso de esos costos, y considerando que no hay una sola secuencia de acción similar a la del tren de la primera entrega (de hecho, el Joker no utiliza armas), es difícil entender por qué la primera parte tuvo un presupuesto de 55 millones y esta asciende a 200. Es evidente que el dinero se ha destinado a los salarios, no a la producción. La película se pierde en diálogos vacíos mientras los personajes son trasladados de la cárcel al tribunal y viceversa (ni hace falta mencionar el plano del Joker apoyado en la ventana del automóvil policial). Se siente como un interminable segundo acto. Un añadido a la anterior con un propósito cuestionable.

Todavía hay talento y elementos rescatables en ‘Joker 2: Folie à Deux’. Por ejemplo, destaca el impresionante desempeño de Joaquin Phoenix, tanto en su actuación como en su presencia física. Asimismo, la fotografía de Lawrence Sher es llamativa, ya que las fantasías del protagonista se desbordan en color y contrastan con la apariencia grisácea de la ciudad y ese tono verdoso que refleja la realidad (como el verde enfermizo del cabello del payaso). También nos ha gustado nuevamente su visión de Gotham y la forma en que representa a Harvey Dent. Además, hay una clara declaración de intenciones de parte de Todd Phillips. El director se sintió alarmado al observar que algunos espectadores veían al Joker como un modelo a seguir después de la primera entrega, por lo que lo retrató de una manera aún más humana y patética.

Sin embargo, es precisamente en ese momento cuando volvemos a encontrarnos con el inconveniente de esta secuela: ha tenido demasiado en cuenta el éxito de la primera y parece titubear, dependiente de ella. Solo al llegar a su controvertido desenlace parece hallarle sentido, pero para entonces ya nos ha hecho pasar por una extensa, lenta y reiterativa serie de compromisos que desperdician a sus personajes en búsqueda de la viralidad. Es frustrante. Al final del día, uno se queda con la impresión de que no es una película del todo mala, de que hay cierta belleza en su melancolía, pero también se siente sinceramente decepcionado.

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