Kelvin Kiptum, un talento bendecido por los dioses y castigado por el destino

Kelvin Kiptum

La vida de Kelvin Kiptum, un corredor keniano de maratón, fue tan brillante como su impresionante récord mundial de carrera que consiguió en Chicago el pasado 8 de octubre (2h 0m 35s). Sin embargo, Kiptum falleció trágicamente a los 24 años y 72 días mientras conducía su Toyota Premio por la carretera de los campeones, la Eldoret-Kaptaglat, en el Valle del Rift, donde algunos de los mejores corredores de maratón del mundo han nacido. Perdió el control del vehículo y se estrelló contra un árbol, junto a su entrenador, Garvais Hakizimana, quien también perdió la vida en el accidente. Una mujer, Sharon Kosgey, que estaba con ellos en el coche, resultó gravemente herida. Kiptum fue un talentoso atleta que fue favorecido por los dioses, pero desafortunadamente castigado por el destino, lo que lo hace un artista en su propio derecho.

Desde su nacimiento, el universo lo había destinado a ser el primer hombre en alcanzar la cima del atletismo, corriendo una maratón en menos de dos horas. Lamentablemente, falleció exactamente dos meses y tres días antes de la fecha en que estaba programado que lograra su hazaña en Rotterdam, una ruta plana y perfecta para cumplir su objetivo.

Kiptum, un joven prodigio del deporte que vivió una vida atlética corta pero asombrosa, siempre dejó al mundo perplejo y maravillado por su talento descomunal. Como sucede con los genios, nadie encontraba una explicación racional para su increíble habilidad. Kiptum tenía una obsesión por superar los límites establecidos en la prueba más difícil del atletismo, el maratón de 42,195 kilómetros, y como un atleta excepcional, desafiaba continuamente los códigos establecidos por más de un siglo.

Ni uno de los atletas más destacados de la historia, ni Abebe Bikila, el corredor etíope sin zapatos en los pies, ni Eliud Kipchoge, el experto en distancias largas, que combina a la perfección el misticismo y el racionalismo y se ayuda del progreso tecnológico de las zapatillas, alcanzaron la grandeza tan rápidamente. Cuando Bikila obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos frente al Coliseo de Roma el 10 de septiembre de 1960, estableciendo un récord mundial (2h 15m 16s), tenía 28 años. Por otro lado, Kipchoge, nacido en Kaptagat, la misma ciudad en la que Kiptum falleció, consiguió su primer récord mundial (2h 1m 39s) en Berlín el 16 de septiembre de 2018, a punto de cumplir los 34 años.

Solamente hubo una persona de su misma nacionalidad, Sammy Wanjiru, que logró el título olímpico en Pekín 2008 a la edad de 21 años. Durante la carrera, Wanjiru desafió el clima cálido y la humedad sofocante de la capital china al correr de una manera que muchos llamaron "loca". Él corrió solo, liderando desde el principio y sin temor alguno, logrando el récord olímpico en 2 horas y 6 minutos y 32 segundos. Esta hazaña lo convierte en un genio en la precocidad, la vida y la muerte, la exageración y la tragedia. Asimismo, Chicago fue la última carrera de su corta vida. A los 23 años, él ganó cuatro grandes maratones, convirtiéndose en el más joven en lograrlo. Sin embargo, a los 24 años, perdió la vida por una caída desde un balcón en el segundo piso mientras estaba borracho. La causa de su muerte sigue siendo un misterio.

Kiptum logró correr tres maratones, cada uno de los cuales lo convirtió en una leyenda, antes de su muerte temprana que lo convirtió en una leyenda eterna. En los tres maratones, Kiptum logró un tiempo excepcional por debajo de dos horas y dos minutos, un hito solo alcanzado por cuatro corredores históricamente: Kipchoge, Kenenisa Bekele, Sisay Lemma y él mismo. El primero de los tres tuvo lugar en Valencia el 4 de diciembre de 2022, justo después de cumplir los 23 años. Kiptum rompió el mito de que solo los corredores maduros y experimentados pueden tener éxito en pruebas de fondo, con un tiempo de 2 horas, 1 minuto y 53 segundos. Cinco meses más tarde, en Londres, Kiptum corrió en las orillas del Támesis y estableció un nuevo récord de velocidad (2h 1m 25s). Su tercer maratón, en Chicago el pasado octubre, reafirmó que para ser el mejor, necesitas correr muy rápido la primera media maratón (que Kiptum logró en 60 minutos y 48 segundos) y aún más rápido la segunda media, lo que se creía imposible.

Kipchoge finalizó con una sonrisa en el rostro, señalando con un dedo a los espectadores que lo aclamaban, tras batir el récord de 2h 0m 35s. En la segunda mitad de la carrera en Chicago, corrió en un tiempo de 59m 47s, lo que le habría valido para ser sexto en el Mundial de la especialidad. Incluso fue solo 8s más lento que el récord de España de Carlos Mayo, corriendo a una velocidad de 2m 52s el kilómetro y casi 21 kilómetros por hora. Kipchoge debe gran parte de su éxito a las zapatillas de placas de carbono y suela de espumas ligerísimas, que le permiten correr con una elegante zancada saltarina y fluida. Entre miles de atletas agraciados por la tecnología, solo Kiptum ha sido capaz de elevar el maratón a una dimensión irracional y contraria a la razón establecida.

Las sospechas de dopaje eran inevitables después de que alguien que participa en su primer maratón logra conseguir la segunda mejor marca en la historia. O bien, es un talento excepcional, o se trata de un tramposo. Además, en Kenia, donde el maratón es la mejor salida de la pobreza, la agencia antidopaje del atletismo mundial encuentra decenas de casos positivos al año. El entrenador de la fallecida también respondió a estas acusaciones de forma seria. Garvais Hakizimana, un ruandés que vivía en Lyon, Francia durante la mayor parte del año, explicó recientemente en L'Équipe que la mejor explicación para los tiempos del atleta eran su deseo de liberarse del hambre y la miseria, y una capacidad fisiológica fortalecida por su vida en la altura. Además, el atleta ha pasado decenas de controles antidopaje y en un día, incluso pasó dos controles antidopaje de sangre en tan solo cuatro horas de diferencia.

Hakizimana descubrió a Kiptum en el año 2009, cuando este tenía apenas 10 años y trataba de seguirlo mientras se entrenaba en su casa, en Chepkorio, Valle del Rift, a 2.600 metros de altura. Año tras año, Hakizimana lo vio crecer y mejorar en su entrenamiento regular en la misma pista. Finalmente, en 2014, a la edad de 15 años, Hakizimana decidió comenzar a entrenarlo. Le dio la mitad de su carga de entrenamiento, por ejemplo, si Hakizimana corría 15 kilómetros, Kiptum corría apenas 7 km. Sorprendentemente, Kiptum logró mantener el mismo ritmo que Hakizimana.

Durante los años 2018 y 2021, y en un rango de edad comprendido entre los 19 y los 22 años, corrió un total de once medias maratones, con una velocidad promedio de una hora y 13 segundos. Estas actuaciones se convirtieron en un preludio para las tres maratones que corrió, las cuales se consideran verdaderas obras maestras de su carrera. Lamentablemente, la triste noticia de su muerte anticipada nos ha privado del gran talento que poseía, lo que nos obliga a retrasar nuestro anhelo de ver al ser humano correr la maratón de 42,195 kilómetros en menos de dos horas.

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