¿Demasiada desinformación? El problema es la demanda, no la oferta

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A falta de poco más de doce meses para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, candidatos y votantes se están preparando para una avalancha de información errónea generada por la inteligencia artificial. Además, muchos programas diseñados para investigar y prevenir la desinformación están siendo cerrados debido a acusaciones de parcialidad.

Teniendo en cuenta todo lo presentado, me animo a pronosticar que la difusión de noticias falsas mediante inteligencia artificial no causará un grave inconveniente en la venidera contienda electoral. No obstante, ello se debe a que ya existen múltiples formas de generar desinformación.

Desde el enfoque económico, el problema de la información equivocada no radica en la oferta, sino en la demanda. Tomemos como ejemplo la idea de que las elecciones presidenciales de 2020 fueron robadas al exmandatario Donald Trump. De manera sencilla, existe una necesidad de dicha información falsa por parte de los seguidores decepcionados del expresidente, y a la vez una oferta, principalmente proveniente del mismo Trump. La oferta responde a la demanda, el tema es específico y emocional, y hasta la fecha se sigue propagando la desinformación.

No se necesitaba un video falso generado por inteligencia artificial que mostrara a los funcionarios del Estado manipulando las papeletas electorales (en ese momento, no había videos de esa calidad disponible). Ni siquiera técnicas más simples, como la edición de fotos, estaban alimentando las noticias falsas. En su lugar, el factor fundamental fue que muchos partidarios de Trump querían creer que su candidato había sido perjudicado, así que Trump ofreció una narrativa de víctimismo. Desafortunadamente, no se necesitaban pruebas ni evidencias para respaldar sus afirmaciones, y las pruebas objetivas en su contra no han logrado disminuir su apoyo.

En resumen, la falta de información se debe, en gran medida, a la utilización de tecnologías de baja calidad.

También podemos examinar la situación en la que se afirmó que el ex presidente Barack Obama no era originario de Estados Unidos. Esta afirmación no se sostuvo debido a que alguien elaboró una copia fraudulenta de su certificado de nacimiento proveniente de Indonesia. No obstante, muchas personas no cesaron de afirmar que Obama no era un "auténtico estadounidense", casi como si quisieran desacreditarlo con sus propias insinuaciones. Ni siquiera después de que se presentara el verdadero certificado de nacimiento estadounidense de Obama, estas personas dieron su brazo a torcer.

Hay una gran cantidad de falsedades, confusiones y experiencias de engaño que han ocurrido desde hace mucho tiempo. Se puede culpar esto a diferentes causas, como China, Rusia, las redes sociales, los medios convencionales, o cualquier otra cosa. Incluso una persona con un gran potencial de credulidad puede verse abrumada con una cantidad de mentiras cada día que es imposible de evaluar.

El aumento de la cantidad de mentiras no tendrá mayor importancia, ya que los recursos limitados son la atención y la concentración en la parte de la demanda. ¿En qué medida alguien quiere pensar que ha sido perjudicado? ¿Cuánto odio hacia "el establishment" tienen? ¿Qué resentimientos albergan y contra quién o qué? ¿Y qué tan eficazmente pueden coordinarse con otros que piensan lo mismo, creando una especie de grupo que apoya la desinformación?

No se presume que la Inteligencia Artificial empeore dichos problemas, al menos no evidenciando consecuencias directas e inmediatas (sin duda, todo cambio social de gran envergadura trae consigo ramificaciones que abarcan diversos canales). Al contrario, los modelos lingüísticos voluminosos podrían brindar a la gente la capacidad de solicitar respuestas bastante objetivas.

Es interesante observar situaciones de "desinformación" que en realidad podrían no serlo. En un principio, la teoría de que el Covid-19 surgió de un laboratorio no fue discutida en las principales redes sociales, pero ahora está siendo considerada como una posibilidad real. Esto se debe en parte a la gran cantidad de información inexacta que se ofreció sobre el tema. A pesar de que algunos defensores de la teoría buscaban honestamente la verdad, también había personas que solo querían causar problemas. Aunque sus intenciones no eran completamente puras, estos individuos desempeñaron una función importante al igual que los inversores en corto en el mercado.

¿Cuáles son las opciones para resolver esto? La verificación de hechos no es rentable para los medios ni lo suficientemente rápida para los periodistas. A menudo se sugiere "educar" como solución, pero son las personas más educadas las que difunden teorías de conspiración. Aquellos sin educación se confunden con propaganda en lugar de convencerse.

Para resolver algunos de los problemas críticos que enfrentamos hoy en día, es importante establecer una gobernanza transparente, que a largo plazo promueva la confianza social. Un ejemplo de esto es cómo, después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos ganó la popularidad y la confianza de la gente durante varias décadas. Actualmente, lograr una buena gobernanza puede ser difícil y puede llevar tiempo para ver resultados, pero sigue siendo la mejor opción. Un mundo más funcional, tanto en términos económicos como políticos, es probable que genere mayor confianza.

Lamentablemente, no hay una solución fácil para enfrentar la desinformación. Aunque la inteligencia artificial puede complicar esta situación, es improbable que la empeore en gran medida. Lo crucial radica en la demanda. Es difícil generar confianza, pero aquellas sociedades que la posean tendrán una ventaja comparativa valiosa.

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