Las personas que están tomando los nuevos medicamentos para perder peso dicen que pierden sus antojos por el alcohol, las drogas y la nicotina. ¿Consi
Shannon Hinderberger solo pretendía reducir algo de peso cuando comenzó a utilizar un fármaco agonista del receptor GLP-1 en agosto de 2022. A lo largo de 14 meses, logró adelgazar aproximadamente 30 kilos. Sin embargo, su resultado fue sorprendente: dejó de sentir deseo por el alcohol.
"Al reflexionar sobre el pasado, solía confiar un poco en el alcohol para aliviar el estrés: sentía la necesidad de tomarme una copa de vino al llegar a casa del trabajo y solía consumir tres cuartos de botella, varias veces a la semana", comenta Hinderberger, de 49 años, madre de dos hijos y consultora de marketing en Bend, Oregón (Estados Unidos). Hoy en día, el alcohol ya no le resulta atractivo. "Fue un efecto secundario muy apreciado", añade.
Los efectos secundarios de los fármacos suelen ser percibidos como algo negativo. Sin embargo, hay excepciones a esta regla. Tomemos como ejemplo los sorprendentes medicamentos denominados agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), como Ozempic y Wegovy (semaglutida): han permitido a numerosas personas conseguir una pérdida de peso significativa, al mismo tiempo que han reducido su apetito y deseo de comer. Este era el propósito original de estos medicamentos, pero también se han observado resultados inesperados: muchas personas han reportado que su interés en consumir alcohol, fumar o utilizar drogas recreativas o ilegales ha disminuido mientras estaban bajo el tratamiento de un GLP-1.
En la actualidad, las pruebas científicas se están sumando y respaldan estos informes. En una investigación divulgada en la edición de mayo de 2024 de Nature Communications, los científicos analizaron los registros clínicos de 83,825 individuos con obesidad y descubrieron que aquellos que utilizaban semaglutida presentaban más de un 50 por ciento menos de probabilidad de desarrollar trastornos por consumo de alcohol durante un seguimiento de 12 meses; por otro lado, los pacientes que estaban bajo otros tratamientos para perder peso, como naltrexona o topiramato, no mostraron el mismo efecto.
Un estudio publicado en la edición de agosto de 2024 de eClinical Medicine reveló que la administración de semaglutida en pacientes con diabetes tipo 2 se vinculó con una reducción en el consumo excesivo de nicotina. Asimismo, una investigación reciente en la revista Addiction indicó que las personas que padecen un trastorno por consumo de alcohol mostraron una disminución del 50 por ciento en la probabilidad de ingerir alcohol hasta alcanzar la intoxicación si estaban utilizando un agonista del receptor GLP-1. De manera similar, aquellos con un trastorno por uso de opioides presentaron un riesgo un 40 por ciento menor de sufrir sobredosis mientras estaban bajo tratamiento con estos medicamentos.
Si se obtienen más estudios que confirmen estos efectos relacionados con el uso excesivo de sustancias, esos fármacos podrían transformar radicalmente el abordaje para tratar la adicción, afirman los especialistas.
Hay individuos que no están aguardando a que esto ocurra. Con el aumento de personas que conocen los efectos secundarios imprevistos de estos fármacos, algunos han empezado a buscarlos intencionadamente para abordar problemas de alcoholismo u otras adicciones. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que estos medicamentos todavía no cuentan con la aprobación de las entidades sanitarias para su uso en el tratamiento de trastornos por consumo de sustancias, señala Patricia "Sue" Grigson, neurocientífica del comportamiento y profesora y presidenta de ciencias neurales y conductuales en la Facultad de Medicina de Penn State, en Estados Unidos.
¿Cómo pueden los fármacos destinados a facilitar la pérdida de peso colaborar en la lucha contra los problemas de adicción a sustancias? Esa, sin duda, es la gran interrogante, y la respuesta aún no se comprende del todo.
Esto es lo que se ha descubierto. "Los agonistas de GLP-1 afectan las rutas de dopamina en el cerebro, especialmente en el sistema de recompensa. Al ajustar estas rutas, los agonistas de GLP-1 parecen disminuir los deseos y atenuar los efectos de refuerzo de las sustancias adictivas", señala Fares Qeadan, coautor de la investigación publicada en Addiction y profesor asociado de bioestadística en la Escuela de Ciencias de la Salud y Salud Pública Parkinson de la Universidad Loyola de Chicago (Estados Unidos).
Sin embargo, los impactos en la señalización de la dopamina pueden no reflejar toda la realidad, según indican los especialistas. "Asimismo, es probable que los procesos vinculados a la saciedad alimentaria también tengan relación con el consumo de alcohol", comenta Lorenzo Leggio, médico investigador en los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. y director clínico del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas. En términos sencillos, estos fármacos podrían disminuir la cantidad de alimento o bebida alcohólica necesaria para que una persona se sienta satisfecha.
La hipótesis sostiene que estos efectos se producirían sin importar si la sustancia en cuestión es alcohol, drogas o nicotina.
Asimismo, "los agonistas del GLP-1 pueden provocar que ciertas sustancias resulten más repulsivas o incomodas", explica Luba Yammine, profesora asociada de psiquiatría en UTHealth Houston, quien lidera una investigación clínica que analiza un agonista del GLP-1 como posible tratamiento para ayudar a dejar de fumar y controlar el peso una vez que se ha dejado el hábito. "Por ejemplo, la persona podría sentir náuseas al fumar".
En una investigación previa, Yammine y su equipo analizaron los efectos de un agonista de GLP-1 de acción prolongada, en combinación con la terapia de reemplazo de nicotina, para ayudar a individuos con prediabetes o sobrepeso a dejar el tabaco. Los participantes fueron divididos al azar para recibir ya sea un placebo o el medicamento, acompañados del parche de nicotina. Tras seis semanas de tratamiento, aquellos que recibieron el fármaco de GLP-1 mostraron una mayor probabilidad de abstenerse de fumar y reportaron síntomas reducidos de antojo y abstinencia.
Hasta el momento, los hallazgos de las investigaciones en animales acerca de la utilización de fármacos GLP-1 para abordar el consumo de drogas son muy prometedores, y los primeros resultados en humanos también son favorables, afirma Kyle Simmons, neurocientífico y docente del departamento de farmacología y fisiología, además de director del Centro de Imágenes Biomédicas de la Universidad Estatal de Oklahoma (EE. UU.).
"Sin embargo, no contamos con el estándar de ensayos clínicos aleatorios y controlados que nos permita afirmar con certeza que este fármaco es seguro y efectivo para tratar el trastorno por consumo de alcohol", señala Simmons.
Además de la efectividad, existen otras consideraciones. "Aún nos falta aprender mucho sobre qué tipo de formulación y qué tipo de tratamiento serán más adecuados para cada sustancia y cada persona", comenta Grigson.
Especialistas como Leggio están interesados en comprender cómo estas sustancias influyen en los circuitos cerebrales de las personas cuando enfrentan la tentación. En los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y otras entidades médicas se están realizando ensayos clínicos para explorar esta y otras cuestiones. Aún es prematuro determinar qué función podrían tener estos fármacos en aquellos que no tienen un diagnóstico de trastorno por consumo de sustancias, pero que desean disminuir su ingesta de alcohol o tabaco.
Por otro lado, existen tres fármacos autorizados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos para el tratamiento del trastorno por consumo de alcohol. "Numerosas personas podrían sacar provecho de estos medicamentos, pero no los están utilizando", comenta Simmons. La situación es similar en el caso de los medicamentos destinados a ayudar a los individuos a superar la adicción a los opioides o a la nicotina. En la actualidad, los especialistas aconsejan optar por estos tratamientos primero.
Aunque todavía es prematuro que los medicamentos GLP-1 se empleen de forma generalizada para abordar los problemas de adicción, existen algunas excepciones. "Estos fármacos se utilizan en la práctica clínica para tratar la diabetes o manejar el peso", explica Yammine. "Por lo tanto, si una persona está utilizando un agonista de GLP-1 para la diabetes o para el control de su peso y además enfrenta problemas de abuso de sustancias, estos medicamentos podrían ser beneficiosos", complementa.
Steven Klein, especialista en medicina de adicciones en el centro de tratamiento residencial de los Centros de Tratamiento Caron en Pensilvania (EE. UU.), prescribe estos medicamentos a los pacientes con este doble objetivo.
"Mi vivencia personal ha tenido un gran impacto en mi desempeño profesional", afirma Klein, quien se abstuvo del alcohol y las drogas en 2016. Durante su posterior residencia médica, aumentó alrededor de 20 kilos. "Siempre he tenido problemas con mi peso y utilicé la comida como recurso para manejar el estrés generado por la pandemia: recurrí a la comida de manera similar a como me apoyé en las drogas y el alcohol", comparte.
En 2022, Klein empezó a utilizar Mounjaro y logró reducir su peso en 20 kilos. Asimismo, el fármaco ha fortalecido su sobriedad. "No he tenido el deseo de consumir alcohol o drogas en años", comenta Klein. "Ha sido una experiencia transformadora", agrega. Observa efectos semejantes en aquellos pacientes a los que prescribe medicamentos para tratar tanto la obesidad como problemas de abuso de sustancias. "Lo que me cuentan quienes utilizan los medicamentos GLP-1 es que pueden percibir cambios en sus cuerpos y que sus anhelos por alimentos y sustancias disminuyen", explica Klein.
"En calidad de proveedor de medicamentos para la adicción, veo la adicción como un vinilo que gira: nuestra labor consiste en levantar la aguja del disco durante el tiempo necesario para mostrarles una melodía diferente", comenta Klein. Hasta el momento, indica, los medicamentos GLP-1 parecen tener ese impacto, al menos de manera anecdótica.
Michael Cupps lo vivió en carne propia. En 2023, este padre de dos hijos de Dallas (Estados Unidos) le comunicó a su médico su deseo de dejar de consumir alcohol. "Había estado cuestionando mi relación con la bebida durante un tiempo; era mi manera de enfrentar el estrés", menciona Cupps, de 58 años y empleado en el sector tecnológico. Como su médico le recomendó perder un poco de peso, le propuso que probara la semaglutida. Una vez que Cupps inició el tratamiento, la bebida dejó de atraerlo. Con el tiempo, dejó el alcohol por completo y comenzó a salir a caminar como una forma de reducir su estrés. Asimismo, logró perder 9 kilos.
Mientras se aguarda la realización de más estudios, en particular ensayos clínicos aleatorizados y controlados, los especialistas anticipan que los fármacos GLP-1 enriquecerán sus herramientas en la lucha contra la adicción.
"Si se confirma que estos fármacos GLP-1 son eficaces en el tratamiento del trastorno por consumo de alcohol, sin duda se transformarán en la opción más común para abordar la adicción", anticipa Simmons.
Simmons opina que el potencial de los fármacos GLP-1 para abordar la adicción es comparable a cómo los antidepresivos ISRS, como el Prozac, representaron un gran avance en el tratamiento de la depresión en la década de 1990.
"Ese instante en que apareció el Prozac transformó de manera drástica nuestra manera de abordar la depresión y la percepción que las personas tienen sobre ella", señala Simmons. "Permitió que se comprendiera la depresión como un fenómeno biológico, lo que a su vez disminuyó el estigma asociado. Asimismo, la adicción es también un fenómeno biológico. Podríamos estar a punto de experimentar un momento semaglutida en el ámbito de las adicciones, y eso debería considerarse algo positivo", añade.