Pete Hegseth: por qué el elegido de Trump para Defensa es una amenaza para las Fuerzas Armadas de EE.UU.
WASHINGTON.- En su primer periodo presidencial, Donald Trump designó a varios generales, tanto en activo como retirados, para importantes posiciones en su gabinete. Entre ellos se encontraban Jim Mattis como secretario de Defensa, H.R. McMaster como asesor de seguridad nacional y John F. Kelly, quien ocupó inicialmente el cargo de secretario de Seguridad Nacional y luego se convirtió en jefe de gabinete de la Casa Blanca. Aunque Trump había eludido el servicio militar durante la Guerra de Vietnam, parecía disfrutar del aire de masculinidad militar que estos generales aportaban a su administración. Le gustaba referirse a Mattis como “perro rabioso”, un apodo que al respetado general retirado de la Marina no le agradaba en absoluto.
Sin embargo, el vínculo entre Trump y “mis generales” fue efímero, y ahora las Fuerzas Armadas de Estados Unidos están a punto de enfrentar las consecuencias del desengaño presidencial. Al parecer, Trump esperaba que los militares de su primer mandato fueran tan fieles a él como creía que lo habían sido los generales alemanes con Adolf Hitler. (Trump no parecía estar al tanto de que varios generales y otros miembros del ejército alemán intentaron quitarle la vida a Hitler en múltiples ocasiones.) Así que Trump se tomó mal que estos miembros de su administración manifestaran su desacuerdo con él, principalmente por decidir llevar a cabo un desfile militar en la avenida Pennsylvania, por abandonar a sus aliados kurdos en Siria y por abrir fuego contra los manifestantes durante las protestas de 2020 tras la muerte de George Floyd.
James Mattis y Donald Trump, en 2017, durante una reunión con los líderes militares - Fuente: @Archivo
En 2017, durante una reunión en el Pentágono que hoy consideramos vergonzosa, Mattis trató de explicarle a Trump los beneficios que aportan las alianzas y los acuerdos comerciales a Estados Unidos. Sin embargo, Trump se molestó tanto que desprestigió a los generales llamándolos “perdedores”, “tontos” y “niños de mamá”. Más recientemente, Trump insinuó que el general retirado Mark A. Milley, exjefe del Estado Mayor del Ejército, es un traidor que en tiempos pasados habría sido condenado a muerte.
Así que ahora, en lugar de seleccionar a sus posibles colaboradores entre los rangos más altos del ámbito militar, Trump está eligiendo a candidatos que han ocupado roles más bajos en las Fuerzas Armadas: Michael Waltz, un legislador republicano de Florida y coronel retirado de la Guardia Nacional, será su asesor de Seguridad Nacional; el presentador de Fox News, Pete Hegseth, un mayor de la Guardia Nacional, actuará como secretario de Defensa; y Tulsi Gabbard, excongresista y teniente coronel de la Reserva del Ejército, será directora de Inteligencia Nacional, quien ha mostrado una inquietante simpatía por líderes como Vladimir Putin y Bashar al-Assad.
Trump parece mantener la expectativa de que estos exoficiales militares de menor rango sean más favorables hacia él que sus antecesores de mayor jerarquía. En el caso de Hegseth, parece que el expresidente espera que, al asumir el cargo de secretario de Defensa, lleve a cabo una limpieza de los generales "woke", a quienes ahora aborrece.
La animosidad de Hegseth hacia la actual jerarquía militar, sumada a su apariencia de hombre robusto y sus frecuentes apariciones en Fox News, parece haber influido en la decisión de Trump de nombrarlo para el puesto, a pesar de que Hegseth no cuenta con la experiencia necesaria para dirigir uno de los mayores organismos gubernamentales del mundo. Esta elección generó críticas de inmediato, y hacia el final de la semana, el recién designado enfrentó más complicaciones cuando surgieron denuncias de comportamientos sexuales inapropiados en su contra. Hegseth rechazó todas las acusaciones y, considerando el historial de Trump en temas de conducta sexual, no está claro si el presidente electo decidirá finalmente apartar a un candidato que comparte su animosidad hacia los actuales líderes del Pentágono.
Pete Hegseth en la ceremonia de los premios FOX Nation Patriot Awards 2023 en Nashville, Tennessee - Créditos: @TERRY WYATT
Durante la administración de Trump, Hegseth se confrontó con los altos mandos militares y logró influir en el presidente para que interviniera en casos de justicia militar en beneficio de tres miembros del ejército acusados de crímenes de guerra. Además, Hegseth expresó desacuerdos con los actuales líderes militares, criticando los programas de acción afirmativa y la inclusión de mujeres en roles de combate. En un podcast publicado la semana pasada, Hegseth solicitó la destitución del Jefe del Estado Mayor Conjunto y de otros generales y almirantes que estuvieron involucrados en los esfuerzos por promover la diversidad, igualdad e inclusión en las fuerzas armadas.
El actual Jefe del Estado Mayor Conjunto es Charles Brown Jr., un general de la Fuerza Aérea y un piloto de F-16 altamente competente pero con un perfil bajo. Al igual que sus antecesores, su enfoque se ha centrado en las guerras que están en curso y no en el movimiento "woke". Sin embargo, Brown –quien se convirtió en el primer afroamericano en ocupar el cargo de jefe en las Fuerzas Armadas como Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos– generó la animadversión del entorno MAGA tras la publicación de un emotivo video durante las protestas por la muerte de George Floyd. En él, reflexionaba sobre el racismo que enfrentó a lo largo de su carrera. Ahora, Brown podría ser destituido, y no será el único en esta situación.
Esta semana, el periódico The Wall Street Journal dio a conocer que la nueva administración de Trump está considerando la creación de una "junta de guerra" compuesta por funcionarios retirados que tendrían la autoridad para sugerir la destitución de generales de tres y cuatro estrellas. Piensen en lo que significaría si esta "junta de guerra" contara con la participación de individuos como el cuestionado exasesor de Seguridad Nacional de Trump y teniente general del Ejército, Michael Flynn, o el exbrigadier general, Anthony Tata, conocido por sus teorías de conspiración.
Permitir que los ideólogos de MAGA destituyan a altos funcionarios militares crearía un precedente alarmante que pondría en riesgo la independencia y profesionalismo de las fuerzas armadas estadounidenses, que deben lealtad a la Constitución en lugar de a una persona. Es fácil imaginar a Hegseth despojando de su cargo a toda la cúpula del Estado Mayor Conjunto, lo que provocaría una de las mayores crisis en la historia de la relación entre civiles y militares. Trump parece estar dispuesto a utilizar las Fuerzas Armadas para sus propios propósitos, como deportar a millones de inmigrantes indocumentados o reprimir posibles manifestaciones.
Pete Hegseth se presenta en la Trump Tower en una imagen del 29 de noviembre de 2016 (Archivo) - Fuente: @SPENCER PLATT
El plan de llevar a cabo una purga de altos oficiales "es una iniciativa arriesgada y un error monumental", afirma el senador demócrata por Rhode Island, Jack Reed, quien es graduado de la Academia Militar y preside la Comisión de las Fuerzas Armadas del Senado. "Los líderes militares de Estados Unidos son seleccionados por sus capacidades y méritos, no por su cercanía política. Descartar a los oficiales por motivos políticos sería contrario a los principios y las leyes que rigen nuestras fuerzas armadas. Esto generaría un ambiente de temor en todos los niveles y desalentaría a otros comandantes a expresar sus opiniones o a intervenir en conductas inapropiadas. Mis colegas del partido republicano deberían entender que esto constituye una grave amenaza que debe ser enfrentada".
No hay duda de que los compañeros republicanos de Reed son conscientes del peligro que representa Hegseth, pero la cuestión es cuántos estarían dispuestos a distanciarse de Trump. El presidente electo está presentando al Senado muchas nominaciones problemáticas y poco competentes –no solo Hegseth y Gabbard, sino también el excongresista Matt Gaetz para fiscal general y el opositor a las vacunas Robert F. Kennedy como secretario de Salud y Servicios Humanos– lo que hace sumamente improbable que los senadores republicanos decidan rechazar todas estas opciones. Y, por supuesto, Trump ya ha insinuado que podría emplear su autoridad para realizar nombramientos durante el receso del Senado, con el fin de mantener a los candidatos que no logren ser confirmados por la Cámara Alta.
Los decenas de millones de estadounidenses que apoyaron a Trump lo hicieron porque estaban cansados de la inflación y de la presencia de inmigrantes indocumentados, y no porque desearan una limpieza en una de las instituciones más tradicionales y respetadas de Estados Unidos. Sin embargo, eso es lo que probablemente sucederá, a menos que los senadores republicanos se atrevan a defender a las Fuerzas Armadas de esta amenaza inminente.
Versión de Jaime Arrambide.