Santoral: qué santos se celebran este 10 de octubre

3 día atrás
Que se celebra el 10 de octubre

El calendario de santos se actualiza diariamente y rinde homenaje a aquellas personas que se destacaron por sus actos positivos. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace muchos años, incluso se podría decir que siglos, era común que los padres eligieran el nombre de sus hijos según la festividad del santo que se celebrara ese día. Esta tradición perdura en la actualidad entre católicos y ortodoxos, quienes aún suelen felicitar a las personas en su día de santo. No es casualidad que en las conocidas “Mañanitas” haya una estrofa que dice: “Hoy, por ser tu santo, te las cantamos aquí…”.

El término "onomástico" se refiere al día en que se celebra la festividad de un santo. Sin embargo, es frecuente que muchas personas lo empleen como sinónimo de cumpleaños, lo cual no es correcto, ya que al mencionarlo, se hace referencia únicamente a la lista de nombres del santoral.

Al igual que cada día del año, hoy se recuerda a las mujeres y hombres que sobresalieron por sus vínculos extraordinarios con lo divino, que realizaron actos altruistas en beneficio de los demás y que poseían una ética y moral ejemplares. Estas razones fueron las que les llevaron a ser canonizados o beatificados, y a integrarse en el calendario de santos.

Este es el calendario de santos correspondiente al jueves 10 de octubre.

Era conocido como "el divino Tomás". Se trataba de un gran predicador, que nació en Fuenllana (Ciudad Real) en 1486, proveniente de una familia generosa, de quienes heredó su compasión por los necesitados: “Madre, le comentó Tomás, ya podéis dejar suficiente pan en la despensa; si no tenéis cuidado, pronto no quedará ni una gallina en el gallinero”. Pasó sus primeros años en Villanueva de los Infantes, de donde tomó su "nombre". A los quince años, fue enviado a cursar estudios en la Universidad renacentista de Alcalá, donde llegó a ser profesor, destacándose en las ciencias humanas y sagradas. Allí logró el título de “Maestro” en lógica, física y metafísica. Continuó su formación en teología durante tres años. Tras obtener su bachillerato en artes y la licenciatura en teología, le fueron asignados estudios en la Cátedra de Lógica. Su experiencia académica en Alcalá le dejó una huella humanística significativa. Contaba con una inteligencia excepcionalmente clara y un juicio muy práctico para opinar sobre asuntos complejos. Sin embargo, tuvo que esforzarse constantemente para desarrollar una buena memoria y luchar arduamente para no dejarse distraer de los temas que deseaba abordar.

En Salamanca, lució el hábito de la Orden de San Agustín, justo en los días en que Lutero era expulsado a los espinos. Se convirtió en sacerdote en 1518. Posteriormente, fue designado Prior en Salamanca, Provincial en Andalucía, y volvió a ser Prior en Burgos, además de ocupar el cargo de Provincial en Castilla. Carlos V, que siente una gran apreciación por él y lo considera fundamental para la reforma de su reino, lo nombra predicador y consejero personal.

El emperador Carlos V le había propuesto el cargo de arzobispo de Granada, pero él lo rechazó. En una ocasión, el emperador le dijo a su secretario: "Escriba: 'Arzobispo de Valencia, será el Padre...'", y le dictó el nombre de otro sacerdote. Al momento de firmar el decreto, se dio cuenta de que el secretario había anotado: "Arzobispo de Valencia, Tomás de Villanueva". "¡Pero este no fue el nombre que dicté!", exclamó el emperador. "Discúlpeme, su majestad", respondió el secretario. "Me pareció escuchar ese nombre. Pero lo borraré". "No, no lo borres", dijo Carlos V. "El otro era el que tenía en mente, pero este es el que Dios desea que sea elegido". Y ordenó que lo llamaran para informarle sobre su nombramiento. Tomás se negó a acatar la orden del emperador. Solo aceptó tan alto cargo cuando su superior le dio la orden bajo obediencia.

Llegó a Valencia en la noche, justo cuando una intensa lluvia comenzaba a caer, y solo estaba acompañado por un monje. Solicitó ser alojado por caridad en el convento de los Padres Agustinos, afirmando que le bastaría con una estera en el suelo para descansar. Antes de asumir el cargo de arzobispo, realizó un retiro de seis días de oración y penitencia en el convento. Los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron 4000 monedas de plata, las cuales donó al hospital, diciendo: "Los necesitados requieren esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades podría desear un humilde fraile como yo?". Era objeto de críticas por llevar una sotana muy vieja y descolorida, a lo que él respondía: "Lo que realmente importa no es el ataúd. Lo fundamental es enriquecer el alma, que es eterna". Al clero de la catedral le costó mucho convencerlo para que aceptara un sombrero de seda, pero él consideraba que los pobres lo exigían. Muchas veces mostraba el sombrero con una sonrisa burlona, diciendo: "Aquí está mi dignidad episcopal. Mis señores, los canónigos, piensan que no puedo ser obispo sin esto".

CONDICIÓN DE LA DIOCESIS

Valencia se encontraba en unas condiciones espirituales muy malas, tras haber pasado un siglo sin un obispo residente, con numerosos clérigos en situaciones irregulares y afectada por la agitación de la comunidad morisca. Tomás tenía como objetivo la re-cristianización de la diócesis. Para lograrlo, estableció en 1550 el colegio-seminario de la Presentación con el propósito de formar a los sacerdotes. Era consciente de que un arzobispo, sin la colaboración de los sacerdotes, ve muy limitada su capacidad pastoral. Debe cuidar, atender, motivar y santificar a sus clérigos. Esto es algo que resulta complicado para algunas personas y que yo no alcanzo a comprender. Su principal interés era transformar a sus sacerdotes. Con aquellos que mostraban menos compromiso, utilizaba consejos y peticiones amables para lograr que mejoraran. A uno que se resistía al cambio, lo convocó a su palacio y le dijo: "Soy yo el responsable de que usted no quiera enmendarse. No he hecho suficientes penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado". Luego, se quitó la camisa y comenzó a darse latigazos hasta sangrar. Este hombre se arrodilló llorando, le pidió perdón y mejoró su conducta por completo. ¿Qué no puede lograr un arzobispo si se gana la confianza sincera y afectuosa de sus sacerdotes? Lo importante no es preocuparse por si los sacerdotes lo aprecian, sino por si él realmente los quiere.

El emperador Carlos V, al escuchar sus discursos, solía exclamar: "Este obispo es capaz de conmover hasta las piedras". Durante su estadía en la ciudad, nunca se perdía ninguno de sus sermones. Su forma de predicar generaba transformaciones sorprendentes en quienes lo escuchaban y, aún en la actualidad, sus palabras siguen impactando a quienes las leen. La gente comentaba que Tomás de Villanueva era un verdadero nuevo apóstol San Pablo. Fue el “predicador” más destacado de su época; sin embargo, su influencia provenía más de su ejemplo personal que de su discurso, lo cual era lo que realmente lograba convencer a los demás. Un contemporáneo suyo fue Fray Juan de Sahagún en Salamanca. Ambos eran predicadores notables, aunque este últimoera más jovial, incluso en ocasiones podía parecer excesivo, mientras que Tomás se mostraba más serio, cumpliendo fielmente con las pautas que Fray Luís de Granada estableció para los predicadores: “Nada que pueda ofender con razón a los oyentes; nada que sea insolente, arrogante, desenfadado, ni desvergonzado; nada injurioso, obsceno, chocarreramente, vulgar, licencioso, indecente o vicioso, sino que todo lo que se diga en la oración debe reflejar modestia, humanidad, caridad, celo y un ardiente deseo de la auténtica caridad”.

SUS FUNCIONES COMO ARZOBISPO

El Arzobispo organiza un Sínodo y se desplaza por todas las parroquias, actuando con firmeza y un enfoque paternal. Envió misioneros a Perú. Su inspiración proviene de las enseñanzas del Buen Pastor, de San Pablo y de los grandes obispos. Se le conoció como el “San Bernardo español” debido a su profundo conocimiento teológico sobre la Virgen. Se destacó por su atención a los necesitados y enfermos, afirmando que la cama de un enfermo es comparable a la zarza ardiente de Moisés, donde se puede encontrar a Dios y dialogar con Él, en medio de las incomodidades que rodean esa situación. Su labor de evangelización hacia los moriscos y su compromiso con la juventud también ocuparon gran parte de su tiempo. Su intensa labor, basada en su amplia erudición, lo consolida como uno de los individuos más venerados de su época y un modelo a seguir para los obispos. En Valencia, se mostró como un auténtico buen pastor, destacándose por su generosidad, sencillez, prudencia y fervor apostólico. Es conocido como “El Obispo de los pobres” y fue quien envió a América a los primeros Padres Agustinos que llegaron a México.

A menudo, mientras celebraba la Santa Misa o recitaba los Salmos, le invadían los éxtasis, quedándose completamente absorto y únicamente centrado en Dios. En esos instantes, su rostro resplandecía con una luz especial. Durante un sermón en Burgos, mientras hablaba sobre el pecado, tomó un crucifijo entre sus manos, lo alzó y exclamó: "¡Pecadores, mírenlo!" Sin embargo, no pudo continuar, ya que fue arrebatado por el éxtasis y permaneció así durante quince minutos, mirando al cielo y contemplando lo celestial. Al recobrar el sentido, se dirigió a la multitud, que lo observaba asombrada, y les dijo: "Perdonen, hermanos, por esta distracción. Intentaré redimirme". En una homilía sobre la Transfiguración, expresó: "En lo que a mí respecta, me ha sido concedido, sin mérito alguno de mi parte, ascender con Él a la santa montaña y vislumbrar la belleza de su rostro, aunque sólo fuese de manera lejana. ¡Cuántas lágrimas y cuánto fervor sentía entonces al exclamar: Señor, qué bien es estar aquí! No permitas que descienda jamás. No os alejéis, por favor. ¡Que así sea toda mi vida, todos los días de ella! ¿Para qué quiero más?" Sin embargo, el camino hacia la perfección no se recorre de un salto, sino paso a paso: "Non pervolanda, sed perambulanda est".

A pesar de que pasaba largas horas rezando y reflexionando, su secretario tenía la instrucción de avisarlo siempre que alguien necesitara consultarle o solicitarle algo. Cada día, centenares de personas en situación precaria acudían a su palacio arzobispal en busca de apoyo, y ninguna de ellas se marchaba sin recibir algún obsequio o una suma de dinero. El prelado prestaba especial atención a los niños huérfanos, asegurándose de brindarles ayuda. Asimismo, las jóvenes pobres de la ciudad recibían un generoso regalo del arzobispo el día de su boda. A aquellos que lo criticaban por ofrecer demasiada asistencia incluso a quienes parecían perezosos, les respondía: "Mi principal obligación es no negar un favor a quien lo necesita, siempre que esté en mis manos poder hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos tendrán que rendir cuentas ante Dios". A los adinerados les repetía insistentemente la grave responsabilidad que cada uno tiene de donar de lo que les sobra, en lugar de usarlo en lujos o en cosas superfluas. A la gente les decía: "¿Hay mejor manera de gastar tu dinero que pagando tus pecados a través de la limosna? Si deseas que Dios escuche tus oraciones, primero debes atender la solicitud de ayuda de los pobres. Tienes que ser proactivo en ofrecer asistencia a quienes no se atreven a pedirla".

Algunos le sugerían que debía ser más enérgico y lanzar críticas hacia quienes vivían en unión libre. Él replicaba: "Hago todo lo que puedo para motivarlos a reconciliarse con Dios y abandonar el pecado. Pero jamás quiero recurrir a métodos agresivos contra nadie". Si escuchaba sobre otra persona, solía decir: "Tal vez lo que hizo no fue correcto, pero seguramente sus intenciones eran positivas".

En septiembre de 1555, padeció de angina de pecho y una inflamación en la garganta. Decidió distribuir entre los necesitados todo el dinero que tenía en su hogar. Solicito que le oficiaran la Misa en su habitación y exclamó: "¡Qué maravilloso es Nuestro Señor! A cambio de que lo amemos en esta vida, nos otorga su cielo para siempre". Falleció a los 66 años, el 8 de septiembre de 1555. Fue beatificado en 1618 y canonizado por el Papa Alejandro VII en 1658. Sus restos descansan en la catedral de Valencia, y su festividad se conmemora el 10 de octubre.

Acompañando a este personaje, hay otros santos y mártires que también son conmemorados este jueves 10 de octubre, como los siguientes:

San Cerbonio de Populonia

San Claro de Nantes puede ser reformulado como Santo Claro de Nantes.

Santa Eulampia de Nicomedia

San Eulampio de Nicomedia

San Gereón y sus compañeros.

San Juan de Bridlington podría reescribirse como "San Juan de la localidad de Bridlington".

San Paulino de Rochester

San Pinito de Cnosos.

Santa Tanca de Ramerude puede ser reformulado como: "La Santa Tanca de Ramerude". Sin embargo, necesitaría más contexto para ofrecer una reescritura más adecuada. ¿Podrías brindar más detalles sobre el texto o el contenido que deseas reescribir?

Santa Telquilde de Jouarre

Beata Ángela María Truszkowska

La iglesia católica y la ortodoxa emplean el proceso de canonización para reconocer como santo a alguien que ha fallecido y que, a lo largo de su vida, realizó sacrificios o estuvo vinculado a un acontecimiento divino en beneficio de la iglesia.

Esto significa añadir el nombre de la persona al canon (la lista de santos reconocidos) y se otorga el permiso de la iglesia católica para rendirle homenaje, reconociendo su intercesión ante Dios.

En el transcurso del Cristianismo, las personas eran consideradas santas sin que se requiriera un procedimiento oficial; no obstante, esta práctica se modificó en la Edad Media. En lo que respecta al catolicismo, la Iglesia está obligada a realizar un estudio detallado sobre la vida del individuo que se busca canonizar.

En la iglesia católica, hay cuatro maneras de conseguir el reconocimiento: a través de las virtudes heroicas; por la vía del martirio; mediante causas excepcionales, respaldadas por una veneración antigua y documentos escritos; y a través de la entrega de la vida.

Asimismo, se evalúa si la persona practicó las virtudes cristianas de manera ejemplar o si padeció martirio por su fe. Igualmente, es imprescindible que se haya producido al menos dos milagros (o uno si se trata de un mártir).

El catolicismo es una de las creencias más extendidas globalmente. Según las cifras más actuales del Vaticano, específicamente de su Anuario Estadístico Eclesiástico, se estima que hay más de 1,360 millones de católicos en el planeta.

América es el continente con la mayor cantidad de católicos, concentrando casi la mitad de los fieles reconocidos por el Vaticano, de los cuales más de un cuarto se encuentra en Sudamérica.

En los años recientes, el Vaticano ha observado un notable aumento en el número de católicos en dos continentes: Asia, especialmente en el Medio Oriente, y África.

Por otro lado, la práctica religiosa en Europa ha disminuido, mientras que en Oceanía ha permanecido constante.

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