Muere Hermelinda Quintero, madre de Rafael Caro Quintero, el Narco de Narcos

Rafael Caro Quintero

La prensa local informa que Hermelinda Quintero, madre de Rafael Caro Quintero, fundador del Cartel de Guadalajara y vinculado con el asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena, falleció el jueves en Guadalajara, Jalisco. Aunque la causa de muerte no se ha dado a conocer aún, los periódicos de Sinaloa, Estado natal de la mujer, sugieren que se debió a causas naturales por su avanzada edad, supuestamente de 94 años. Desde la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, donde espera una posible extradición a Estados Unidos tras su segunda detención en 2022, Rafael Caro Quintero ha sufrido la pérdida de su madre, conocida popularmente como "El Narco de Narcos".

De acuerdo con el portal de noticias Río Doce, que es reconocido por brindar información relacionada con el narcotráfico en Sinaloa, el cuerpo de la anciana será trasladado desde Guadalajara hasta Culiacán, una ciudad más cercana a su lugar de origen, Badiraguato. Este pueblo es conocido por ser el lugar donde nacieron otras figuras importantes del narcotráfico en Sinaloa y donde también nació Joaquín Guzmán Loera, apodado El Chapo, quien ha sido condenado a cadena perpetua por un tribunal estadounidense y fue el fundador del Cartel de Sinaloa.

Nacida de una familia de bajos recursos, Hermelinda Quintero dedicó su vida a la labranza. Matrimonio con Emilio Caro Payán, tuvo al menos ocho descendientes, entre ellos Rafael Caro Quintero (1952), quien tristemente se convirtió en la celebridad más reconocida y controvertida del tráfico de drogas en México, dejando huella en la historia del país.

Un campesino joven, quien al principio tenía pocas habilidades de lectura y escritura, utilizaría los conceptos adquiridos de los agricultores de Sinaloa para renovar el método de cultivo de marihuana. A través de la producción masiva de plantas hembra sin semillas, logró ocupar menos espacio en su transporte y enviar mayores cantidades a través de la frontera, logrando un aumento significativo en sus beneficios.

A finales de los años setenta, Caro Quintero comenzó a hacer negocios con tres personajes que más tarde serían determinantes para la historia moderna de México: Ernesto Fonseca Carrillo, conocido como Don Neto; Juan José Esparragoza Moreno, alias El Azul, y Miguel Ángel Félix Gallardo, El jefe de jefes. Esta alianza fue la semilla que dio origen al Cartel de Guadalajara, una organización pionera en el tráfico masivo de drogas hacia Estados Unidos que también estableció vínculos comerciales con los narcos colombianos para transportar cocaína, más rentable que la marihuana, al norte de la frontera.

Según la versión más conocida de los hechos, el Cartel de Guadalajara habría sido el grupo precursor del Cartel de Sinaloa y otros grupos delictivos que surgieron después de la detención de los líderes originales. Pero hay estudios recientes que afirman que en realidad se trataba de una organización más bien familiar, que no logró integrar del todo su proceso de producción, transporte y venta de drogas, ni establecer unas reglas claras para sus miembros o un sistema de toma de decisiones jerarquizado y consensuado. Esta teoría de que el cartel de Guadalajara nunca llegó a existir es objeto de controversia entre los expertos.

Dejando de lado los términos académicos, Caro Quintero, Félix Gallardo, Fonseca Carrillo y Esparragoza Moreno cambiaron las reglas del juego al crear una extensa red en la que involucraron a políticos de alto nivel, empresarios, policías y militares para protegerse de la justicia. Por un tiempo, eran intocables, mientras que la DEA comenzó a desconfiar de los sinaloenses que inundaban sus calles de drogas. Estados Unidos presionó al gobierno mexicano y los narcotraficantes comenzaron a ser derribados. Un día de noviembre de 1984, el Ejército quemó 8.000 toneladas de marihuana sin semillas que Caro Quintero había perfeccionado, una de las mayores incautaciones en la historia.

El joven decidió tomar venganza, y pronto comenzó a perder el control. Los narcotraficantes se volvieron cada vez más violentos y desenfrenados, cometiendo errores que socavaron los fundamentos de su organización. En enero de 1985, Caro Quintero atacó a dos turistas estadounidenses que se encontraban en el mismo restaurante que él, pensando erróneamente que eran agentes de la DEA. Una semana después, focalizó su atención en Enrique Kiki Camarena, un investigador de la agencia antidrogas que estaba persiguiendo sus pasos. Caro Quintero lo secuestró sin titubear.

Kiki Camarena, quien solía trabajar con el piloto Alfredo Zavala, fue secuestrado y sometido a torturas despiadadas por más de 30 horas a manos de los sicarios que trabajaban para Caro Quintero, y sufrían bajo la supervisión de un médico que los mantenía con vida para prolongar su dolor. Finalmente, fueron abandonados a su suerte y murieron. Investigaciones independientes llevadas a cabo años después por la revista Proceso y el documental The Last Narc (El Último Narco, 2020) señalan la posible participación de la CIA y la policía mexicana en estos asesinatos. Según estas fuentes, la agencia estadounidense estuvo involucrada en el tráfico de drogas a través de terceros, y los beneficios obtenidos fueron utilizados para financiar la contrarrevolución nicaragüense, que buscaba mantener la desestabilización del Gobierno Sandinista.

De cualquier manera, Caro Quintero selló su destino tras participar en el asesinato de Camarena. La DEA prometió venganza y no descansó hasta que el capo fue capturado en abril de 1985 en Costa Rica. Cumplió una condena de 28 años en prisión y fue liberado en 2013 debido a un error procedimental. Cuando las autoridades quisieron subsanar el error, Caro Quintero ya se había esfumado en la sierra sinaloense. Durante más de ocho años se ocultó entre su Estado natal y Sonora, convirtiéndose en el hombre más buscado por la DEA, que llegó a ofrecer 20 millones de dólares por su captura. El narcotraficante regresó a sus viejas andanzas, pero encontró una realidad distinta. Finalmente, fue detenido de nuevo en julio de 2022, en un operativo en el que murieron 14 militares y se derribaron helicópteros. Desde una prisión en México, se enteró de la triste noticia del fallecimiento de su madre, mientras Estados Unidos lucha por su extradición.

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