Muere Silvia Pinal, la última gran diva del cine de oro mexicano y musa de Buñuel
Silvia Pinal, la última gran figura de la época dorada del cine mexicano, que alcanzó el éxito en la gran pantalla junto al director español Luis Buñuel y que durante mucho tiempo se destacó como actriz de teatro, telenovelas y presentadora de televisión, falleció este jueves en la Ciudad de México a la edad de 93 años. Con su partida se extingue un ícono del cine y también una era de esplendor de una industria que enfrenta dificultades para mantenerse en pie debido a recortes en el financiamiento a las artes y la competencia de nuevas plataformas digitales. Pinal, una de las primeras actrices en realizar un desnudo en el cine y desafiar las normas establecidas, celebró en grande su 94 cumpleaños el pasado septiembre, cuando expresó sentirse "como de 18 años" y que no tenía miedo a la muerte.
Silvia Pinal (nacida en Ciudad de México en 1931) inició su trayectoria en el mundo del cine a una edad temprana, haciendo su debut en 1949 en la película El pecado de Laura, bajo la dirección de uno de los destacados cineastas de la época, el mexicano Julián Soler, perteneciente a una influyente familia de actores en México. Aunque su papel en esa producción fue secundario, le abrió las puertas en una industria donde predominaban los grandes actores masculinos, quienes dictaban las normas de las interpretaciones: ellos podían seleccionar a sus compañeras de escena y Pinal, en diversas ocasiones, tuvo que enfrentar este tipo de desafíos para demostrar su capacidad como actriz. Su nombre empezó a consolidarse en el cine durante la década de 1950, llegando a obtener su primer premio Ariel, el galardón más reconocido del cine mexicano, gracias a su actuación en Un rincón cerca del cielo (1952), dirigida por Rogelio González y protagonizada por el renombrado actor y cantante mexicano Pedro Infante, quien ya disfrutaba de un gran reconocimiento internacional.
La vida de Pinal, no obstante, cambió por completo cuando el actor Francisco Rabal la presentó al director español Luis Buñuel, con quien colaboraría en tres películas que la llevarían a alcanzar reconocimiento internacional. De hecho, ella llegó a afirmar que fue la “musa” del cineasta español. Así relató Pinal su primer encuentro con Buñuel: “No nos tomaba muy en serio. Lo primero que me preguntó, frente a Gustavo Alatriste [el empresario y productor cinematográfico con quien contrajo matrimonio], fue: '¿Quién es este señor?' Le respondí que era mi esposo. '¿Y por qué quiere hacer cine conmigo?', inquirió. 'Porque me ama, don Luis'. 'Esa es una buena razón', contestó.”
En la década de los sesenta, España se encontraba sumida en la oscuridad de la dictadura franquista, marcada por un fuerte nacionalcatolicismo y una estricta censura. La influencia de la religión en esta censura era considerable, tal como expone Ricardo Pérez Montfort en su obra *Disparos, plata y celuloide. Historia, cine y fotografía en México* (Debate): “La religión católica era un principio sin el cual España misma resultaba impensable, pues, a través de la evangelización, el hispanismo sostenía que la Península Ibérica había ‘dotado de sentido a los pueblos americanos’... Este hispanismo veía a España como la guía religiosa para las naciones latinoamericanas”. Pinal y Alatriste lograron persuadir al renombrado director español, quien había abandonado su país debido al levantamiento franquista, para que dirigiera *Viridiana*, asegurándole el financiamiento: “Buñuel no era un buen hombre de negocios y no solía cobrar mucho. Gustavo le hacía los cheques. Si él pedía 15, Gustavo le entregaba 30. Eso fascinaba al viejo porque nunca había trabajado de esa manera. Fue una seducción total”, relató la actriz en una entrevista que brindó a este diario con motivo de la publicación de su libro *Esta soy yo* (Editorial Porrúa, 2015).
La cinta fue grabada en España con Silvia Pinal como protagonista en el papel de una novicia que enfrenta diversas pruebas antes de abrazar la fe. Hoy en día, el filme es considerado una de las grandes obras maestras del cine, aunque en su momento generó un escándalo de proporciones colosales. La Iglesia la rechazó, el Vaticano la calificó de blasfema y criticó a Buñuel, mientras que el franquismo la censuró, llegando a exigir su quema por, supuestamente, ser una burla implícita a la muy exaltada piedad cristiana de aquella época. Fue Pinal quien, con gran valentía, rescató la película de las llamas del fanatismo religioso y de la represión de la dictadura al ocultarla y llevarla a México. Así lo relató en 2016: "Llevaba unas copias en mi maleta. En la aduana, un hombre me preguntó: '¿Qué tienes ahí?'. Me temblaban las piernas, pero respondí que eran cortometrajes caseros que había grabado. Gracias a eso, el filme pudo exhibirse en México. Nadie quería mostrarlo, pero Salvador Novo nos ayudó a conseguir una sala de cine".
México rompió lazos con el régimen de Franco en España después de su victoria en la Guerra Civil Española y recibió a miles de republicanos y refugiados. La presencia de estas personas en el país, según afirma Pérez Montfort, enriqueció ideológicamente y culturalmente los ámbitos artísticos, literarios, científicos y políticos de México. Sin embargo, también hubo grupos conservadores que intentaron sabotear el estreno de la película que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Después de "Viridiana", Silvia Pinal participó en otras dos películas junto a Buñuel: "El ángel exterminador" (1962), reconocida como una de las obras maestras del director español, y "Simón del desierto" (1964). En una entrevista realizada en 2016 para este diario, Pinal comentó: "Afirmar que soy la musa de Buñuel me parece un poco pretencioso, pero sí. Soy la única que rodó tres películas con él. Ni Catherine Deneuve, ni Jeanne Moreau, ni nadie más." Sobre el director español, reveló que era "muy riguroso y preciso durante el rodaje. No había tiempo para risas ni distracciones." Y añadió: "Don Luis era único; no hay nada más que decir. Fue un gran director y escritor. Su trabajo es insuperable."
Pinal compartió pantalla con destacados actores de su época, como Pedro Infante, Germán Valdés Tin Tan, Gabriel Figueroa y Emilio "El indio" Fernández. También trabajó en el cine europeo, especialmente en España e Italia, y su labor fue reconocida a nivel internacional, aunque no logró destacar en Hollywood, algo de lo que afirmó no arrepentirse. “En su momento, alguien que estaba produciendo el musical Bells are Ringing en Estados Unidos me sugirió que me fuera a estudiar allí, ofreciéndome cubrir la matrícula y los gastos. No me atraía la idea. Aquí ya disfrutaba de fama y había obtenido premios. No me interesaba comenzar de nuevo allí”, comentó.
Además de su carrera en el cine y el teatro, La Pinal, conocida así en México, también se aventuró en el ámbito político. Su último marido fue Tulio Hernández Gómez, un político y gobernador del Estado de Tlaxcala, con quien contrajo matrimonio en 1982 y se separó en 1995. Junto a él, se unió al PRI, el partido que mantuvo el control del país durante más de setenta años, y del que afirmó ser "fiel hasta la muerte". La actriz logró convertirse en diputada durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, en 1991. "Ser diputada es el cargo más hermoso que alguien puede tener. Puedes inventar, crear y formar parte de la Historia de tu país. Es una manera de contribuir, algo que no puedo hacer como actriz", comentó.
Después de retirarse de la política, Pinal se enfocó en el mundo televisivo. Fue protagonista de telenovelas producidas por Televisa, el amplio conglomerado mexicano, que la llevó a los hogares de millones en América Latina. En esa compañía, que ha tenido un notable impacto y poder político en la historia del país vecino, la actriz también produjo y presentó durante dos décadas el exitoso programa Mujer, casos de la vida real, que gozó de gran popularidad en México. “Fui una pionera en la televisión. Empecé en las instalaciones de Novedades, donde se lanzó el canal 4, y allí continué. Amo a Televisa, es como mi hogar. Agradezco a Dios por su existencia”, expresó en una entrevista en 2016. Se rumoró que Pinal sostuvo un romance con Emilio Azcárraga, dueño de la cadena. “Lo quise mucho y él también a mí”, indicó. “Hasta el último momento, fuimos amigos cercanos”, destacó la diva, que fue inmortalizada en un retrato por Diego Rivera. La pintura adorna las paredes de su hogar en El Pedregal, un selecto barrio en el sur de la Ciudad de México.
Silvia Pinal, quien contrajo matrimonio en cuatro ocasiones (con el actor y director Rafael Banquells, el empresario y productor Gustavo Alatriste, el cantante y actor Enrique Guzmán, y el priista Tulio Hernández Gómez), dejó tras de sí a sus hijos: Sylvia, la cantante Alejandra Guzmán y Luis Enrique. Estos son los herederos de su legado, que, según algunas revistas del mundo del entretenimiento, está valorado en más de mil millones de pesos, incluyendo joyas, bienes raíces, obras de arte y el teatro que lleva su nombre en la Ciudad de México. La salud de Pinal se vio gravemente afectada en diciembre de 2023, cuando fue ingresada en la unidad de cuidados intensivos. En esa oportunidad, su hija Alejandra comentó que la actriz había padecido un episodio de neumonía, del cual se recuperó satisfactoriamente. Anteriormente, en 2021, Pinal fue hospitalizada debido a una arritmia cardíaca y a un resultado positivo en una prueba de COVID-19, permaneciendo varios días bajo observación. A pesar de su delicada salud, Silvia Pinal parecía desafiar a la muerte, hasta que esta finalmente la enfrentó. Durante la celebración de su cumpleaños número 94, la protagonista de "Viridiana" de Buñuel expresó: “La muerte no me asusta. Me siento como si tuviera 18 años”.
La población de México la veneraba y en agosto de 2022, recibió un tributo en el Palacio de Bellas Artes, justo antes de cumplir 92 años. “Hablar de ti es referirse a una artista que ha sido pionera en el cine, el teatro y la televisión de nuestro país”, comentó esa noche la actriz Diana Bracho. “Una mujer”, añadió, “que aceptó su vocación actoral desde el momento en que comprendió su esencia”. Fue una noche muy emotiva, a la que Pinal llegó en silla de ruedas. Desde el público, mientras ella se encontraba en el escenario, se escuchó un grito: “¡Silvia!”. “¿Qué?”, respondió ella. “Te queremos”, dijo esa voz, y el teatro estalló en aplausos.