Crítica: Un lugar en silencio: Día uno (A Quiet Place: Day One)
Lupita Nyong'o, Joseph Quinn y Alex Wolff son los protagonistas de la película.
La franquicia de Un lugar tranquilo está llena de giros inesperados. El primero es que, a pesar de ser producida por Michael Bay, tiene una calidad excepcional. El segundo es que reveló el gran talento del actor John Kransinski como un verdadero experto en el género de terror (él dirigió de manera brillante las dos primeras películas). El tercero es que, aunque Jeff Nichols abandonó la dirección de la precuela para trabajar en un proyecto de ciencia ficción de gran presupuesto con Paramount (los mismos estudios de Un lugar tranquilo), la dirección de Michael Sarnoski (director de Pig, la fantástica película sobre cerdos y venganzas protagonizada por Nicholas Cage), es igualmente satisfactoria.
La premisa de esta serie es simple pero efectiva: alienígenas monstruosos y letales invaden la Tierra para alimentarse de humanos, pero tienen un defecto, son ciegos. Los sobrevivientes humanos deben mantenerse en total silencio para evitar ser devorados. Las películas de Krasinski se enfocan en una familia, utilizando la estrategia de Spielberg en La guerra de los mundos, adaptación del libro de H.G. Wells que causó pánico en la radio por Orson Welles. A Quiet Place también se inspira en películas de invasiones extraterrestres como Alien, Predator, Independence Day y Signs, así como en películas apocalípticas como The Omega Man e I Am Legend, basadas en el libro de ciencia ficción de Richard Matheson.
La historia previa se enfoca en Samira, una escritora de poesía gravemente enferma que se encuentra con una invasión extraterrestre y no tiene nada que perder, ya que su tiempo está llegando a su fin. Lupita Nyong’o interpreta de manera magistral (como siempre ¿verdad?) a esta mujer que desea disfrutar sus últimos días comiendo pizza en el restaurante de Harlem al que solía llevarla su difunto padre, un pianista de Jazz.
En su peligrosa misión suicida, Samira cuenta con la colaboración del enfermero Reuben (interpretado por Alex Wolff de Hereditary), Eric, un estudiante de derecho (Joseph Quinn, famoso por su papel de Eddie Munson en Stranger Things) y Frodo, un gato de asistencia que parece entender el peligro que les espera. Esta historia nos llevará a través de un viaje lleno de riesgos, en el que nuestra protagonista deberá superar obstáculos para llegar de un punto A a un punto B, de una manera similar a la famosa película The Last Of Us.
La falta de originalidad es compensada por momentos realmente escalofriantes, conmovedores (como el del titiritero), excelentes actuaciones y personajes sólidamente desarrollados que generan empatía (a pesar de la firma de Michael Bay, esta película es obra de humanos). El gato puede ser el aspecto menos creíble debido a su falta de maullidos y su aparición y desaparición sin explicación, pero es quien se lleva toda la atención. Es imposible no sentir ansiedad y afecto por él.
Para aquellos interesados en encontrar relaciones entre esta película y las anteriores, hay que mencionar a Henri, personaje interpretado por Djimon Hounsou, conocido como un superviviente anónimo en A Quiet Place Part II. Es posible que Krasinski y su equipo tengan planeada una historia intermedia para profundizar en este personaje. Por ahora, nos conformaremos con una precuela muy bien ejecutada y un videojuego que seguramente estará a la altura de las películas anteriores.
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