Valores sólidos en tiempos de incertidumbre: El camino hacia la reconstrucción

5 horas atrás
Valores

En momentos de crisis, son los principios los que mantienen en pie a las personas y a las naciones.

En un país donde la incertidumbre se ha vuelto la norma cotidiana, la escasez de gasolina, diésel y dólares contribuye a un clima de desconfianza. El desorden se manifiesta en largas filas, mercados informales y en una población que se cuestiona lo que oye y desconfía de sus líderes. Algunos critican al gobierno por su falta de ética, otros lo acusan de ineficaz, mientras que algunos lo consideran astuto para mantener el engaño. Sin embargo, más allá de las diferentes posturas políticas, la verdadera causa de esta crisis radica en una cuestión de valores.

Sin principios firmes, cualquier edificación, por más robusta que parezca, acabará colapsando. Esta afirmación se aplica no solo a las instituciones, sino también a las personas. Lo experimentamos diariamente, no solo en el ámbito político y económico, sino también en situaciones cotidianas. Recientemente, presencié un episodio que ilustra esta realidad: un hombre en estado de ebriedad intentó arrojarse bajo las ruedas de mi automóvil. Estaba golpeado y desorientado y, según testigos, había tratado de agredir a su esposa e hijos momentos antes. Esta escena, aunque impactante, no es un incidente aislado en nuestro entorno.

Se comenta que el alcohol no altera los valores, sino que libera inhibiciones en el comportamiento. Las acciones que realizas bajo la influencia del alcohol son, en muchos casos, manifestaciones de pensamientos que ya estaban presentes en tu mente cuando estás sobrio. Esta idea me hizo pensar en una narrativa que ha sido transmitida a lo largo de los años: la tragedia del Titanic.

A medida que el barco se hundía, algunos viajeros optaron por refugiarse en el alcohol para lidiar con el pánico, mientras que los músicos de la orquesta decidieron tocar hasta el último momento, tratando de confortar a los presentes. No necesitaban perder la inhibición para mostrar coraje; su elección fue una genuina manifestación de sus valores: servicio, empatía y humanidad. Este contraste pone de manifiesto una verdad esencial: la auténtica valentía no proviene de lo que nos libera de nuestras inhibiciones, sino de los principios que nos orientan.

En Bolivia, con frecuencia se considera al alcohol como un factor que disminuye la responsabilidad, incluso en cuestiones legales. No obstante, esto no debe servir como pretexto para justificar comportamientos que van en contra de nuestros valores esenciales. En una comunidad donde la violencia en el hogar, los actos impulsivos y los abusos parecen ser aceptados, es fundamental cuestionarnos: ¿Qué clase de valores estamos inculcando? En este escenario, mi compromiso con la educación en valores adquiere una relevancia especial. Estoy convencido de que únicamente mediante principios firmes podremos restaurar el tejido social y hallarle un rumbo claro como nación.

En el contexto actual de nuestro país, es fundamental hacer una reflexión sincera sobre nuestros principios éticos. La crisis económica no se reduce únicamente a estrategias políticas, sino que también implica una cuestión de mentalidades. La corrupción, el engaño y la irresponsabilidad no son asuntos meramente técnicos; son consecuencia de la carencia de valores como la integridad, la solidaridad y el respeto.

No podemos continuar confiando en respuestas inmediatas ni en mensajes que fomentan el temor o la separación. Es necesario que emprendamos un cambio significativo que inicie en cada hogar, en cada comunidad y en cada organización. Al igual que los músicos del Titanic, debemos optar por actuar con coraje, no por desinterés, sino porque nuestros principios nos instan a ello.

La reconstrucción de Bolivia no será sencilla, pero tengo la firme creencia de que es una tarea alcanzable. Si en tiempos de incertidumbre priorizamos la honestidad en lugar del aprovechamiento y la comprensión en lugar de la apatía, seremos capaces de afrontar cualquier adversidad. Al final, lo que verdaderamente sostiene a las personas y a las naciones son los principios... ¿Tienes la misma opinión que yo?

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