‘Venom: El último baile’ agota la poca gracia que le quedaba al personaje

3 hora atrás
Venom: El último baile

La evolución de Venom en el cine siempre ha estado íntimamente ligada a nuestra aceptación. Esto ha sido evidente desde 2007, cuando el encuentro del simbionte extraterrestre con Peter Parker —y más tarde con Eddie Brock— dio lugar a un Tobey Maguire con un peinado inigualable bailando en un club de jazz. Spider-Man 3 resultó ser un auténtico desastre, complicado aún más por la inclusión de Venom, que el estudio impuso a Sam Raimi, saturando su película con villanos y subtramas. Sin embargo, a pesar de todo, comenzó a cosechar un culto por su peculiaridad. Esta paradoja, en realidad, ha sido otro de los aspectos característicos del Venom en el cine: su origen, cimentado en decisiones empresariales autoritarias y oportunistas, no impide que despierte un interés muy singular.

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Lo notamos de manera más evidente en la propia Venom. Cuando se lanzó en octubre de 2018, la película protagonizada por Tom Hardy parecía completamente fuera de lugar. A su alrededor, había grandes éxitos como Vengadores: Infinity War y Black Panther —esta última una película de superhéroes que iba a buscar reconocimiento en los Oscar— así como la sátira de Deadpool 2, y justo delante, se aproximaba el estreno de Aquaman, que llegaría un par de meses después. En ese momento, DC había optado por abandonar un estilo claro en su universo tras los reveses con Zack Snyder, lo que el público recompensó con más de 1.000 millones de dólares en taquilla. Mientras tanto, Venom carecía de la solidez de Marvel Studios, del descaro medido de Deadpool y de la anarquía de Aquaman. A pesar de todo, la película logró obtener ingresos impresionantes.

Venom logró recaudar 856 millones de dólares a pesar de recibir casi un rechazo total por parte de los críticos. Se criticaba, con razón, la falta de originalidad de esta película. Los efectos visuales eran lamentables, el guion carecía de coherencia, y en general, se percibía una abrumadora ausencia de convicción en el intento de lanzar una nueva saga. Ese era el objetivo de Sony: crear una franquicia cinematográfica al amparo del Universo de Marvel, utilizando personajes secundarios de los cómics de Spider-Man. Era una estrategia engañosa, diseñada para aprovechar las sobras de un género superheroico que ya se había vuelto esencial para las finanzas de Hollywood, algo que se hacía evidente en cada escena. Venom se manifestaba como un espectáculo frágil, la forma más triste de una cultura que, para ese entonces, ya comenzaba a resultar saturada.

¿Cuál fue la reacción del público? Comenzaron a hacer chistes sobre el hecho de que la película de Ruben Fleischer era, en esencia, una comedia romántica entre Eddie Brock (quien, todo sea dicho, se entregó bastante al papel) y el simbionte que asumía el control de su cuerpo, lo que generó una dinámica principalmente cómica. Sabiendo lo bien que había sido recibido este aspecto, los creadores decidieron llevarlo al siguiente nivel en el futuro. Así fue como, casi de manera inesperada, Venom se convirtió en una trilogía. Venom: El último baile, su tercera entrega y supuesto cierre, apuesta todo a que la audiencia siga encontrando entrañable este enorme disparate.

Un Personaje De Circunstancias Momentáneas

A Venom: El último baile le ha tocado enfrentar, de manera significativa, el persistente vacío que siempre ha sobrevolado la saga. Quizás influenciado por las otras películas que han surgido después de la anterior, Venom: Habrá matanza —que recaudó 506 millones en las etapas finales de la pandemia, un resultado aceptable— para formar parte de este SSU (Sony’s Spider-Man Universe). O mejor dicho, de este Universo de Personajes Secundarios de Spider-Man (UPSS), un nombre que sugerimos cambiar tras el estreno de Madame Web. Esta película, al igual que Morbius, no logró escapar de ese vacío mencionado y se resignó al fracaso, resultando ser poco diferente en su enfoque a las anteriores entregas de Venom, aunque algo menos hábil en establecer complicidad.

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Con Morbius y Madame Web también hubo momentos cómicos, aunque se limitaron a las plataformas sociales, con memes que circulaban antes del inevitable fracaso en taquilla. Lo que sucedió con Morbius fue particularmente revelador: en las fases finales de su caída, se popularizó un meme que decía "It's morbin' time" (una frase que no se menciona en la película) con tanta intensidad que convenció a Sony de intentar un reestreno en Estados Unidos. Este segundo intento fracasó también, evidenciando claramente la distinción entre Morbius y Madame Web en comparación con Venom. Las películas de Venom han logrado aprovechar el humor caótico de las redes sociales, a diferencia de las otras dos. El simbionte, junto con la buena acogida que usualmente recibe Tom Hardy, es, por tanto, tan circunstancial como las otras criaturas, pero ha tenido más fortuna.

Esto quizá sea algo que lleva consigo desde el principio. Al analizar a Venom como personaje de cómic, estamos explorando una etapa del cómic superheroico estadounidense que, en su intento por volverse más sombría y madura, se volvió de forma casi caricaturesca en su enfoque adolescente. Nos referimos a la década de los 80, cuando el surgimiento de Venom coincidía con las obras más oscuras de Batman —como La broma asesina y El regreso del señor de la noche—, así como con las creaciones más brillantes de Alan Moore —La cosa del pantano y Watchmen—. A pesar de que estas obras son indiscutiblemente de alta calidad, también dieron lugar a una tendencia algo vaga hacia lo sangriento. Venom se erige como el mejor ejemplo de esto, ya que representa un acceso temporal de Spider-Man a su “lado oscuro”, al tiempo que Eddie Brock se convierte en su contrapartida, el Protector Letal.

El Protector Letal difícilmente puede ser considerado un villano en sentido estricto. Disfruta desmembrar a sus adversarios, pero en el fondo, eso no es más que una broma: tan superficialmente “malévolo” como su tono oscuro, su gran musculatura y su lengua grotesca rodeada de colmillos. Venom es simplemente un chico malo, y esta característica ha sido mantenida de manera bastante fiel en su trayectoria cinematográfica, gracias a la falta de ambición de Sony al tomar decisiones que vayan más allá de simplemente planificar fechas de estreno. Venom siempre está hablando sobre desollamientos y alardea de una crueldad que solo se manifiesta en su relación perjudicial con Eddie Brock. Pero en realidad, solo habla y se relame. El PG-13 no permite ir más allá.

En "Venom: El último baile", el personaje de Venom se lleva por delante varias cabezas, y lo hace sin ningún tipo de violencia gráfica. La película presenta algunos retoques digitales para sellar su conclusión: el simbionte y Hardy tomarán caminos diferentes en esta historia, donde Kelly Marcel da su primer paso como directora, después de haber colaborado con Hardy en los guiones de la saga. Por fin, se enfrentan a una rendición definitiva, dejando todo claro. En "El último baile", parece que todos son conscientes de haber estirado innecesariamente un fenómeno que, tras seis años, se ha vuelto estéril y sin relevancia. Hasta se puede sentir un cierto alivio por dar cierre a esta etapa.

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Detrás Del Meme: Su Origen Y Significado

En un momento determinado de Venom: El último baile, la trama se desplaza a Las Vegas y Venom comienza a bailar. Se reencuentra con una antigua amiga y suena un remix electrónico de ABBA, dando pie a una coreografía deliberadamente exagerada, que necesitaría un “for your consideration” si este mensaje estuviera dirigido a quienes crean vídeos virales en TikTok, en lugar de a los académicos que eligen a los nominados para los Oscar. Porque eso es lo que busca El último baile, lo que pretendía Venom: Habrá matanza y, en menor medida (aquí fue un poco más accidental), lo que anhelaba la primera película de Venom. Hacernos un guiño. Bromea con la absurda estructura de su narrativa.

Es un tipo de humor que podría recordarnos a Deadpool, aunque no es exactamente lo mismo. Deadpool se ríe desde la comodidad de su posición privilegiada. Tanto Deadpool como Lobezno han triunfado este verano, deleitándose de manera descarada con el dominio de Disney en la industria, tras la adquisición de Fox y aun así teniendo la audacia de rendir homenaje a los X-Men cuya línea argumental han desmantelado. En cambio, el humor de Venom surge de un lugar completamente diferente. Se origina en un contexto complicado como es el de los superhéroes, a través de una rendija en la que la gentrificación del mercado permite que poco parezca tener importancia entre multiversos, interminables reboots e incluso actores que lucen tan confundidos como el propio público.

"Venom: El último baile" cuenta con la actuación de Chiwetel Ejiofor y Rhys Ifans en su elenco. Ambos actores ya han participado en películas de Marvel anteriormente: Ejiofor interpreta a Mordo en las historias de Doctor Strange, mientras que Ifans fue el Lagarto en "The Amazing Spider-Man" de Andrew Garfield. Se establece que estas producciones pertenecen a una continuidad diferente a la de Venom, por lo que no hay una contradicción directa, pero sigue resultando curioso y resalta la persistente sensación de que esto lleva un tiempo estancado. Al UPSS, con su compleja naturaleza, le ha tocado ser el blanco de críticas mientras Marvel Studios intenta superar su crisis —con "Deadpool" y "Lobezno" parece que han comenzado a lograrlo— y DC Studios espera una reestructuración con el Superman de James Gunn. Sus fallos no se desvían mucho de lo habitual en este tipo de producciones, pero se hacen más evidentes.

En El último baile, los momentos destacados surgen principalmente porque la esencia se ha desvanecido, y elementos como el mencionado baile o el caballo simbionte —que ya ha sido completamente revelado en los tráilers— parecen ser esfuerzos infructuosos para crear memes. La situación es aún más preocupante porque, por un lado, Venom 3 introduce a varios personajes secundarios alrededor de Venom y Hardy —Ejiofor junto a la científica interpretada por Juno Temple, quienes se ven atrapados en diálogos tediosos destinados a explicar una trama confusa— y, por otro lado, se siente la necesidad de evocar la nostalgia para persuadir al público de que no ha desperdiciado su tiempo viendo estas absurdas películas, justo ahora que su intento de narrar una historia está llegando a su fin.

El último baile busca reunir emoción y romanticismo al momento de despedirse de sus personajes, aunque presenta algunos desvíos interesantes en la trama —como el encuentro de Ifans y su familia con Brock— que se detienen de manera abrupta debido a la vacuidad de todo lo que se ha desarrollado hasta ahora. No se puede generar una verdadera conmoción a partir de lo que ha sido simplemente un chiste del que podríamos olvidarnos rápidamente al deslizar la pantalla, y la película se da cuenta de esto en tiempo real. Por estas razones, resulta aburrida y molesta, y en lugar de concluir con una sensación de cierre natural, termina de manera clara y cansada.

Un cansancio que, además, puede llevar a la desesperación. En unas semanas se lanzará Kraven el Cazador, una nueva incorporación al UPSS que se ve bastante mala, y porque Hardy menciona que esta no necesariamente debe ser una despedida definitiva para Venom. Tal vez en un futuro se enfrente finalmente a Spider-Man, o algo parecido. El UPSS está destinado a acabar con el cine de superhéroes. Nos va a sepultar a todos.

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