#Opinión: ¡Viva México! (Selectivo)

3 día atrás
Viva mexico

Por Miguel Martín Felipe.

RegeneraciónMx.- ¡Que prospere el México de las sonrisas de los pequeños, con esos ojos brillantes que todavía confían en los Reyes Magos! Son miradas que nos llenan de esperanza y nos motivan a seguir buscando un futuro mejor. Merecen crecer en un ambiente de amor y seguridad, sin que les falte comida, con tiempo suficiente para jugar hasta cansarse, y siempre con una escuela cercana que los reciba sin costo y los forme en su camino hacia la adultez como individuos humanistas, capaces de conseguir un empleo satisfactorio y hallar la felicidad. Nadie se vuelve más inteligente o sofisticado al expresar aversión hacia los niños o las personas mayores.

Que se extinga el México marcado por el odio, el racismo, el clasismo, el machismo, la homofobia, la apatía y también la hipocresía, que aún persiste incluso en los grupos de quienes han cambiado a la izquierda. No se les puede culpar del todo, ya que han sido producto de décadas de adoctrinamiento por parte del triunvirato compuesto por la iglesia, el gobierno y los medios de comunicación; y no todos tienen la facilidad de desprenderse de prejuicios arraigados. Sin embargo, hay algo que es indudable.

Es poco natural habitar en el México del siglo XXI, en esta era de la cuarta transformación, sin cultivar amor y respeto no solo por cada individuo, sin distinción, sino también hacia toda forma de vida, lo que crece y aquello que sostiene el equilibrio que se ha ido deteriorando desde hace cinco siglos con la llegada de los conquistadores. Cada uno de nosotros posee un valor singular. Ni tus preferencias, pasatiempos, conocimientos o educación te hacen más especial que los demás.

¡Larga vida a un México donde quienes se educan también educan a otros! Es importante que se entienda que, si el conocimiento es una forma de poder, este debe ser siempre un poder que se comparta sin restricciones. Todos en igualdad en todos los aspectos y sin justificaciones. Los grupos de estudio, las reuniones, las transmisiones en redes sociales, los centros culturales, los espacios comunitarios y el simple intercambio verbal; todo esto es valioso para el aprendizaje y la enseñanza.

Todos tenemos la capacidad de ser maestros, y cuando adquirimos un conocimiento, tenemos la responsabilidad de compartirlo. Retener el saber solo para nuestra propia vanidad y para sentirnos por encima de los demás es una actitud retrógrada. Me gusta considerar que el conocimiento es una forma de amor; por lo tanto, ¡hay que mostrarlo!

Que desaparezca el México elitista del «pásele, licenciado». Es momento de dejar atrás la era de las élites cultas que son veneradas por una población a propósito mal informada. Ya es hora de poner fin al culto a las profesiones, porque si verdaderamente buscamos la igualdad, lo justo es que todos tengamos la libertad de estudiar lo que deseemos y hasta donde lo deseemos.

Al rendir homenaje a aquellos que tuvieron la oportunidad de estudiar, continuamos perpetuando la desigualdad. Además, pertenecer a una institución u otra no nos convierte en mejores seres humanos; esto se demuestra a través de nuestras acciones, no mediante un certificado, portando insignias, utilizando éstas como foto de perfil en redes sociales, ni con un diploma enmarcado colgado en la pared. Comparte libros, sugiérelos, apoya a los jóvenes en su educación o en su ingreso a una escuela pública. Fomenta que todos logren alcanzar metas igual o más altas que las tuyas.

Que perdure el México solidario en el que cien manos se extienden hacia ti para ayudarte a levantarte cuando tropiezas, en el que todos nos unimos para empujar el auto que se detuvo por una avería en medio de la calle, en el que recogemos la mercancía del vendedor de tamales a quien se le volcó su carrito, en el que levantamos la fruta caída de un puesto en el tianguis en vez de quedárnosla o patearla, en el que brindamos apoyo al hermano migrante que no llegó aquí por elección, tal como lo hicieron nuestros compatriotas en Estados Unidos.

Ese México donde las calamidades se enfrentan con mayor resiliencia cuando la ayuda humanitaria llega en oleadas, ya sea a través de donaciones económicas, suministros o apoyo voluntario. El México en el que celebramos juntos las festividades y al final todos colaboramos para limpiar lo que usamos. Y no porque busquemos nuestra felicidad legítima debamos ignorar lo que sucede en el mundo. ¡Que viva Palestina libre!

Que desaparezca el México de la desinformación. Las ciudades no deberían ser espacios donde las personas se encierren en una existencia cómoda, creyendo erróneamente que son más inteligentes al criticar al gobierno, simplemente porque así lo pensabas de quienes hacíamos lo mismo en décadas anteriores, cuando estábamos bajo el régimen neoliberal.

Aunque a algunos les resulte difícil reconocerlo, al gobierno actual realmente le interesa el bienestar de la población. Lo que necesitamos es desprendernos de esa burbuja de entretenimiento superficial en la que navegamos por costumbre, y buscar información a través de los diversos esfuerzos independientes que están disponibles en la actualidad, los cuales han llevado a que millones se interesen en la política de manera rápida.

AMLO continúa afirmando, incluso hoy en día, que las «benditas redes sociales» son valiosas. Los voceros de la oligarquía, a pesar de su apariencia pulcra para la televisión y su voz ensayada que en la radio solo oculta el odio y la ignorancia, deberían ser relegados al olvido de la historia.

Que viva un México que se siente orgulloso de su historia y su actualidad. Ahora es un motivo de gran satisfacción llevar a Quetzalcóatl durante las festividades patrias y rendir homenaje a Mictlantecuhtli en el Día de Muertos. Somos un país multiétnico que habla 68 lenguas indígenas, que deben ser consideradas como lenguas, no como dialectos.

Descubramos al menos una de estas tradiciones para abrirnos a un vasto universo de poesía cósmica y vínculo con la naturaleza. Disfrutemos de pirecuas, huapangos, canto cardenche, chilenas, bandas sinaloenses, mariachis, sones jarochos, polkas, trovadores yucatecos, música norteña e incluso el hip hop urbano de nuestros jóvenes, a quienes debemos seguir educando para que valoren todas estas manifestaciones.

Investiga detenidamente tu historia y la de tu comunidad. Siente un gran orgullo por los recuerdos que guardas y disfruta plenamente cada momento con aquellos que amas, para generar nuevos recuerdos que puedas valorar. Así, cuando seas mayor, estos se transformarán en vivencias y conocimientos que podrás compartir con las futuras generaciones.

Que desaparezca el México malinchista que ve como "naco" aquello que simboliza la mexicanidad en su forma popular. Usar términos en inglés o en otros idiomas europeos no es un signo de distinción o prestigio. Un producto que es “americano” o alemán no necesariamente es superior a uno mexicano; hay que recordar que son solo nuestros socios comerciales y la meta es competir en igualdad de circunstancias. Hablar inglés no incrementa tu inteligencia ni te hace "más capacitado".

El idioma que utilizamos y nuestra forma única de expresarlo responden únicamente a nuestra necesidad de comunicación. La lengua española llegó a nosotros de manera incidental y, aunque así sea, ya es un aspecto integral de nuestra identidad. No obstante, vivir rindiendo homenaje a la “real academia” no te convierte en una persona superior a aquellos que no tuvieron las mismas posibilidades de educación y que, aun así, llevan una vida digna y plena, sin buscar ilusiones aspiracionales para satisfacer o impresionar a los demás.

Que perduren tú, tu nombre, tu sonrisa, tus memorias y tu legado; y que perduren eternamente. Que tu espíritu jamás ceda ante las sombras y que siempre que extiendas tu mano, incluso en los momentos más difíciles, encuentres otra tan afectuosa y fraternal como la tuya. Que florezca la lucha que te llevó hasta este punto y la de los gigantes cuyos hombros nos permiten vislumbrar el porvenir.

Mexicano por destino divino y elección del universo, levántate con orgullo bajo este sol de otoño, con el corazón palpitando y la mirada resplandeciente, listo para acoger la nueva etapa que hemos creado juntos. No imaginas cuánto te aprecio, hermano revolucionario, descendiente de Cuauhtémoc, quien partió de pie, al igual que lo haremos nosotros.

Y, desde luego, tantas veces como sea necesario, hasta que nos quedemos sin voz de la emoción.

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