Así es la vida del “guardián del invierno” de Yellowstone

Yellowstone

Steven Fuller asumió el cargo de "guardián invernal" de Yellowstone, Parque Nacional de los Estados Unidos, hace más de medio siglo. Durante todo este tiempo, su existencia se ha vinculado estrechamente con los misterios y la magnificencia de este impresionante paisaje. Desde su pequeña cabaña en la cima de las montañas, se apresta a enfrentar las inclemencias del clima que se avecina. Así lo describe The Guardian:

En 1973, Yellowstone parecía indestructible, un paraíso perpetuo. Sin embargo, con el paso del tiempo, Steven ha observado los cambios constantes que ponen en peligro la última fortaleza de la naturaleza virgen en América del Norte. Ahora más que nunca, este lugar icónico en constante evolución necesita la atención y el esmero de quienes lo custodian.

Steven es apodado como el "Winterkeeper" o cuidador del invierno, y ha tenido una estancia más prolongada que todos sus predecesores previos. Si bien fue el único en solicitar el trabajo, abraza su tarea con entusiasmo y compromiso. Ha vivido una vida de soledad en las enormes tierras de Yellowstone, pero también ha encontrado una conexión profunda con el medio ambiente que lo envuelve.

Steven vive a una altura de 2400 metros en una región del norte donde la nieve es esencial. Él emplea una herramienta llamada sierra cruzada para cortar bloques grandes de nieve que puedan manipularse, utilizando únicamente la fuerza de la gravedad. Gracias a su habilidad y experiencia, es capaz de transformar la nieve en bloques más pequeños y manejables.

La habilidad de despejar la nieve implica no solo esfuerzo físico, sino una demostración de reverencia hacia la naturaleza. Steven es consciente de la vulnerabilidad de Yellowstone y lo afectada que se encuentra por la crisis climática. Durante el despeje, reflexiona acerca de cómo los ecosistemas evolucionan constantemente y de la importancia crucial de proteger este precioso patrimonio natural.

Durante casi cincuenta años, la morada de Steven ha sido mucho más que un resguardo frente a los cambios climáticos. Se trata de un navío de madera, que se estremece con el viento helado, y que ha sido testigo mudo de su vida, dedicada a salvaguardar Yellowstone. En la serenidad de su hogar, Steven encuentra deleite, tanto en el trato con los demás, como en la soledad que le permite meditar y liberarse de las distorsiones del día a día.

Mediante sus fotos, inmortaliza las escenas perfectas de su vida en familia en Yellowstone. Sus hijas han crecido rodeadas de animales salvajes, han aprendido a montar a caballo junto a él y han esquiado desde temprana edad. Sin tener acceso a la televisión o las redes sociales, las niñas han encontrado diversión en el mundo natural.

A medida que el tiempo transcurre, Yellowstone sufre cambios considerables. Grandes zonas son restringidas al público y Steven toma conciencia de la debilidad de este refugio natural. Aunque hace todo lo posible, la intervención humana y los variaciones climáticas ponen en peligro el equilibrio de Yellowstone, de manera irremediable.

Steven se enfrenta a la idea de jubilarse, pero no quiere dejar su hogar y su entorno. Yellowstone representa un refugio para él, le inspira romanticismo. A pesar de dedicar tiempo a reflexionar sobre los problemas que afectan a este paraíso natural, Steven sabe que las próximas generaciones no disfrutarán del mismo Yellowstone que él conoce. Incluso aunque retirarse pueda parecer una opción, su corazón late al ritmo de las estaciones cambiantes de Yellowstone, y la incertidumbre del futuro persiste en el aire gélido de las montañas.

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